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Los restauradores del marketing

  • Publicación de la entrada:10 abril, 2017
  • Tiempo de lectura:6 minutos de lectura

En estos tiempos donde la educación ocupa el centro de la escena nacional, desde los medios masivos de comunicación (donde todos son especialistas por el solo hecho de haber pasado por la escuela, tener hijos o vecinos en edad escolar) pasando por los lugares de tránsito cotidiano donde se escucha “¿qué pasa con los maestros?”, nos parece oportuno realizar algunas observaciones sobre el acontecer de la educación durante este año y medio de una nueva gestión política al frente del ministerio nacional.

 

          La promesa electoral de conservar lo que funcionaba bien…fue solo eso: una promesa. A poco de comenzar la gestión,  el gobierno de la educación nacional de la coalición CAMBIEMOS  evidenció una serie de discontinuidades abruptas: programas específicos fueron desmantelados, direcciones nacionales fueron suprimidas, personal idóneo y con dilatada trayectoria en el mismo ministerio y en el sistema educativo fue despedido, materiales bibliográficos fueron arrojados a un conteiner de reciclables,  contenidos de cursos virtuales activos fueron eliminados por incompatibilidades ideológicas. La imposibilidad de visualizar una política de estado en materia educativa, más allá del partido gobernante, marca a las claras una tendencia restauradora y con pretensiones fundacionales (“revolución educativa”) adornadas con lemas pedagógicos de sentido común que cuenta con la evaluación de la calidad y las neurociencias entre sus conceptos estelares.

 

         Las comparaciones y metáforas utilizadas por el ministro de educación van en ese mismo sentido de una restauración “marketinera”: una nueva “campaña al desierto” con la educación, el modelo educativo como nave especial en lugar del “tuneo del Falcón de los ’70, un neo desarrollismo “la preparación del recurso humano”, el escaso conocimiento histórico y contextual en sus dichos en la casa de Anna Frank frente a los procesos históricos europeos de la primera mitad del siglo XX.

 

        A estos dichos se suma la terquedad de no convocar a una paritaria nacional docente sosteniendo que el ministerio nacional no tiene escuelas a su cargo, entre algunos de los argumentos que se mencionan. Se desconoce así lo establecido por la Ley de Educación Nacional 26.206 y por la Ley de Financiamiento Educativo Nacional, extraño en un gobierno cuya promesa de campaña era el respeto por la institucionalidad perdida. La paritaria no es solo salario, sino condiciones y medio ambiente de trabajo sumado a acuerdos sobre carrera docente y formación permanente. Acuerdos que cuenta con interlocutores válidos como son los cinco gremios nacionales y donde se teje una visión común sobre el sentido de la educación argentina en el marco de un proyecto de país, que reguarda el respeto por las diversidades provinciales. Un piso salarial compartido, el FONID, el Programa de Formación Permanente “Nuestra Escuela”, los NAP, el Sistema Federal de Títulos, el REFOD, las reglas de composición para la formación docente y la formación técnica superior, el trabajo con los CEPRES, las bibliotecas y videotecas para las escuelas, el Programa “Conectar Igualdad, son solo algunos de los ejemplos de un liderazgo político de un “ministerio sin escuelas”. Liderazgo que se manifestó en la construcción de consensos en el Congreso Nacional como en el Consejo Federal de Educación.  Junto a esta terquedad emerge una agresiva confrontación con el sector docente. La misma cuestiona desde sus estéticas y saberes, hasta la posibilidad de ser reemplazados por “voluntarios” o sucedáneos de algún negocio de insumos tecnológicos, sospecha del armado de sus movilizaciones…. Instala a las familias y a la sociedad en general en esta confrontación. Difícil después de todo lo dicho “trabajar en equipo” como gusta presentarse el ministro junto con el ofrecimiento de su celular.        

 

        En este contexto se devela la intencionalidad de una vuelta a las provincias pero no a modo de una fragmentación orgánica como en la década de los noventa sino con un ministerio nacional que les entrega partidas presupuestarias pero sin un horizonte compartido. A lo sumo, solo serán los datos que arrojen las pruebas de aprendizaje estandarizado y las acciones pedagógicos didácticas remediales para dar respuesta correcta a los ítems dificultosos lo que construirá lo común de la educación argentina.   

 

        A partir de las descripciones y posicionamientos anteriores, sostenemos que no se trata de una simple y trágica vuelta a los noventa sino algo diferente y peor. Se trata de una ola de restauración con marketing liderada por gente con escasa o nula trayectoria educativa y dispuesta a recortar y pegar experiencias de otros contextos (sin citar las fuentes) o instalar exitosos escritores de “best sellers” en el ministerio.  Al frente del ministerio nacional en la década del noventa había personas con dilatada trayectoria en el sistema educativo, en el mismo ministerio, con estudios sistemáticos sobre la educación, con trayectoria académica de investigación…simplemente mirando los curriculum vitae de quienes ocupan los cargos más importantes hoy de la educación nacional es que concluimos que nos encontramos ahora sí ante una verdadera “encerrona trágica” para la educación nacional.

Secretaría de Educación

SADOP-CDN