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Las democracias liberales burguesas en crisis

  • Publicación de la entrada:19 octubre, 2015
  • Tiempo de lectura:11 minutos de lectura

Por Prof. Mario Morant
Secretario de Asuntos Internacionales e Integración
Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la cultura, FLATEC

Las Democracias liberales burguesas en crisis. Estas democracias tal como las conocemos y las practicamos han sido  el resultado de la Revolución Francesa que se fueron extendiendo por todo el mundo.

La Revolución Francesa fue la Revolución de la Burguesía que termino con el Poder Monárquico y la clase de la nobleza que lo acompañaba.

A través de muchos vaivenes e intentos de Restauración fue la burguesía la que termino ocupando el escenario del Poder del Estado.

Desde un punto de vista sociológico una revolución consiste básicamente en eso.- Una clase social sin experiencia y tangencial a los escenarios del Poder- por el crecimiento de su propio poder -desplaza a quienes se encontraban en el manejo del mismo.

Ello va seguido de nuevas legislaciones y normas que adecuan ese escenario a las necesidades y las posibilidades de los nuevos actores.

Así nacen las Constituciones, los Parlamentos, el Poder Judicial y el voto – inicialmente reservado a esa clase social que pasa a ser la clase dominante.

Todo lo que nace en esas circunstancias está dirigido a satisfacer a ese nuevo grupo que se ha hecho del Poder del Estado.

Con ligeras variantes son las características que hoy están en vigencia en los principales países del mundo occidental y capitalista.-

Una de esas consecuencias va a ser la creación de los Estados – Nación y el abandono de las monarquías con tendencias imperiales lo que no significa el abandono del Imperialismo sino de su ejecución por las monarquías.

Lo que hoy tenemos en el Occidente Capitalista

Las crisis de los Estados Nación expresada especialmente en los Estados de Bienestar que hace que estos se dirijan hacia una forma de Estado Supranacional de carácter especulativo con predominio de los sistema financieros que terminan gobernando con ausencia de los Pueblos va asociada a la crisis de las democracias liberales burguesas.-

En rigor de verdad es esta última la que genera la primera.- No al revés.

Desde la Revolución francesa en el siglo XVIII hasta el presente el fenómeno más notable ha sido el constante crecimiento de los sectores más populares en la participación o en la intención de hacerlo- en la vida de las democracias.

Sin embargo las democracias surgidas de la Revolución Francesa no habían sido concebidas para los sectores más populares sino –justamente – para las burguesías que con esa Revolución accedieron a los resortes del poder de los nuevos Estados.

Podríamos decir que el continente de esas democracias era demasiado escaso para responder adecuadamente a las exigencias de participación de las mayorías populares.

Naturalmente eso iba a llevar a estos sistemas a emprender uno de dos caminos.- Uno era restringir esa participación a sectores que no desbordaran el formato concebido.- Que era lo mismo que decir que los movimientos populares debería aceptar ciertas restricciones a la pretendida participación en sentido más amplio y profundo.

Un ejemplo podría ser el voto calificado, la exclusión de las mujeres o la marginación de los sectores no burgueses a través de su ausencia en el padrón electoral, etc.

Mas cercanamente la recreación de la idea del voto “calificado” para asegurar que esos sectores carezcan de participación y representación.

Es importante señalar un ejemplo dado desde los inicios de nuestra vida institucional expresado en boca de Domingo Faustino Sarmiento por esas épocas senador.

“Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran; porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma.- El mendigo es un insecto, como la hormiga.- Recoge los desperdicios”.

“De manera que es útil sin necesidad de que se le de dinero.- ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer”.

“La clase decente forma la democracia, ella gobierna y ella legisla…”

“Cuando decimos Pueblo entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante”.

“Somos gente decentes, Patricios cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara ni gauchos ni negros ni pobres. Somos la gente decente, es decir, Patriota…

Las masas populares cuando llegan al poder establecen la igualdad por las patas. El cordel nivelador se pone a la altura de la plebe y ¡ay de los que excedan esta línea!

“El ejercicio de la soberanía popular traería como consecuencia la elevación de un caudillo, que representa en todos sus instintos la mayoría numérica en  despecho de la minoría ilustrada”.

Citado por Pérez Amuchastegui. Crónica Histórica Argentina.- Editorial Codex 1968.

En realidad no se trataba de una novedad sino más bien una reedición del pensamiento que mucho antes expresara Don Bernardino Rivadavia y sus seguidores.

Estas posiciones habían estallado en el Congreso de 1826 y allí, cuando se debatía el artículo 6 de la Constitución – justamente  – estaba como eje de la discordia.

En ese momento y circunstancias fue Manuel Dorrego, representante de la Provincia de Santiago del Estero quien defendió la participación popular.

Dorrego, se opuso al proyecto constitucional rivadaviano de 1826, considerándolo nulo porque se desconocía en él la voluntad general de las provincias. En el debate sobre el artículo 6º del proyecto constitucional, se negaba el derecho de voto en las elecciones a los menores de veinte años, a los analfabetos, a los deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes, notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante, pero también los “criados a sueldo, peones jornaleros y soldadas de línea” Se presumía que los domésticos y peones estaban bajo la influencia del patrón. 

Dorrego levanta su voz:
“He aquí la aristocracia, la más terrible, porque es la aristocracia del dinero (…) Échese la vista sobre nuestro país pobre: véase que proporción hay entre domésticos y asalariados y jornaleros y las demás clases, y se advertirá quienes van a tomar parte en las elecciones. Excluyéndose las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, tal vez no exceda de la vigésima arte (…) ¿Es posible esto en un país republicano? ¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad pero que o puedan tomar parte en las elecciones?" El argumento de quienes habían apoyado la exclusión era que los asalariados eran dependientes de su patrón. “Yo digo que el que es capitalista no tiene independencia, como tienen asuntos y negocios quedan más dependientes del Gobierno que nadie… A esos es a quienes deberían ponerse trabas (…) Si se excluye a los jornaleros, domésticos, asalariados y empleados. ¿Entonces quiénes quedarían? Un corto número de comerciantes y capitalistas”. Y señalando a la bancada unitaria: “He aquí la aristocracia del dinero y si esto es así podría ponerse en giro la suerte del país y marcarse (…) Sería fácil influir en las elecciones; porque no es fácil influir en la generosidad de la masa, pero si en una corta porción de capitalistas. Y en ese caso, hablemos claro: ¡el que formaría la elección sería el Banco” Los unitarios impusieron su Constitución, pero el interior la rechazó.

En el mundo europeo sucedía algo similar había un intento – muchas veces exitoso de generar Democracias Limitadas.

“Entre 1880 y 1914 la mayor parte de los Estados occidentales tuvieron que resignarse a lo inevitable. La política democrática no podía posponerse por más tiempo. En consecuencia, el problema era cómo conseguir manipularla… Por ejemplo, se podían poner límites estrictos al papel político de las asambleas elegidas por sufragio universal. Se podían mantener también elementos -del sufragio calificado, que exigía un determinado nivel de educación para poder votar. Además se podía influir en el número de votos que cada partido podía obtener manipulando los límites de los distritos electorales (teniendo en cuenta que en las diferentes regiones del territorio vivían mayoritariamente miembros de un determinado grupo social). Finalmente, las votaciones públicas podían suponer una presión para los votantes, especialmente cuando había señores poderosos u otros jefes que vigilaban el proceso.”
Eñe J. Hobsbawm, historiador inglés contemporáneo, La era del Imperio

La otra, era generar nuevas formulas democráticas que permitieran esta participación de los sectores populares que estaban excluidos.

Esto último significaba desplazar a los sectores de la burguesía del manejo exclusivo del Estado que habían tenido desde aquel entonces.

También era natural que los sectores que manejaban estos resortes desde aquel entonces se resistieran a su desalojo o a compartir el poder del Estado.

La resistencia consistió primeramente en restringir la participación a través del voto haciéndolo no obligatorio y en algunos casos – suficientemente complejo empadronarse como para obrar de disuasorio de esa participación.

Estas estrategias que fueron muchas no solamente esta, fueron fracasando en la misma medida que no podían alcanzar la intensidad necesaria para asegurar el dominio político de las nuevas burguesías sucesoras.

 

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