Los precios de transferencia son un concepto clave para entender tres de los principales problemas de la economía argentina: la elusión y evasión impositiva, la fuga de capitales y las trabas al desarrollo de una industria sustitutiva de importaciones. Argentina tiene un grado de extranjerización de su economía sumamente elevado. Sólo para tomar dimensión de su magnitud, en 2012 de las 200 empresas más grandes del país, 115 eran extranjeras. En las compañías transnacionales es de buena gestión manejar políticas basadas en precios de transferencias.
La manipulación de esos valores comprende a partes, insumos, productos e intereses por préstamos y regalías por marcas y patentes. La fijación de precios por fuera del mercado permite que las multinacionales muevan fondos de un país a otro utilizando valores más altos o más bajos en función de la necesidad de capital de la red de negocios que integran y de la generación de ganancias que transfieren a jurisdicciones con escasa o nula tributación. Así aparecen las guaridas fiscales que son parte del entramado del capital global. Una típica operatoria del manejo de precios de transferencia es subfacturar exportaciones de filiales locales, por ejemplo cerealeras y mineras, y sobrefacturar importaciones (electrónicas, autopartes, bienes de capital), haciendo figurar así menores ingresos y mayores costos. El efecto final es una disminución notable de las utilidades que puede llegar en algunos casos a la presentación de pérdidas para eludir el pago del Impuesto a las Ganancias. El problema que presentan los precios de transferencia excede el perjuicio impositivo y escala a daños por vaciamiento de economías nacionales mediante la fuga de capitales.
Nicholas Shaxson, en Las islas del tesoro. Los paraísos fiscales y los hombres que se robaron el mundo, afirma que cerca de dos tercios del comercio mundial transfronterizo se desarrolla en el interior de las corporaciones multinacionales y que los países en desarrollo pierden aproximadamente 160 mil millones de dólares anuales sólo en concepto de la manipulación de los precios corporativos. En una reciente investigación publicada por el CefidAr, "Fuga de capitales III (Argentina 2002-2012)", Jorge Gaggero, Magdalena Rua y Alejandro Gaggero aseguran que el impacto consolidado de todas las maniobras que se practican en relación con el comercio internacional de las firmas que operan en Argentina debe estimarse en alrededor del 10% del total de su comercio internacional y calculan que el impacto total de la fuga de capitales por la aplicación de precios de transferencia representó 8194 millones de dólares en 2010 y 13.218 millones de dólares en 2012, casi el 10% del valor total de las exportaciones de cada año. Las magnitudes del dinero que produce la aplicación de precios de transferencia explican la resistencia de las firmas involucradas a la aplicación de políticas públicas que promuevan desarrollo de proveedores locales o impulsen la producción de componentes nacionales por parte de esas mismas empresas. De existir una economía con una estructura industrial más amplia y compleja, caería la dependencia de importaciones de productos industrializados y de sus partes y se reduciría el comercio entre distintas filiales de una misma trasnacional.