Dice Michael Apple y James Beane en su libro que “Las escuelas democráticas” no se producen por casualidad, sino que dependen de docentes y educadores que al ofrecer oportunidades dan vida a la democracia poniendo todo a disposición dentro de la escuela.
Y para que esto ocurra el trabajo debe organizarse en dos líneas:
Una creando estructuras y procesos democrático en la escuela, donde todos los saberes genuinos sean considerados y valorados y la otra creando un curriculum que aporte experiencias democráticas en los estudiantes, flexible, con un diseño universal, para generar esa transformación que urge poner en práctica ya que el curriculum actual determina con sus contenidos predeterminados , la inclusión o la exclusión.
Cada actor en el aula, trae un bagaje de conocimientos previos que deben considerarse a la hora de planificar el proyecto escolar, contemplando la diversidad como un valor y no como un problema.
Una escuela democrática debe tener en claro hacia dónde ir, y que desea lograr hacia a corto, mediano y largo plazo, con “un curriculum democrático que invite a los jóvenes a despojarse del rol pasivo de consumidores de conocimiento y asumir el papel activo de fabricantes de significado”. MW.Beane
La escuela democrática, debe darle la posibilidad y la oportunidad de demostrar la presencia en el aula a cada uno de sus estudiantes por igual, de esa manera las escuelas estarán interpeladas por la justicia social.
Como docentes democráticos e integrantes de una comunidad educativa, debemos tener claro qué escuela construimos y para que sociedad colaboramos, tratando no solo de disminuir la severidad de las desigualdades sociales sino de cambiar las condiciones que las crean.
Por eso es clave tener claro que valora la escuela y a quienes.
Daniel Pennac, prestigioso escritor francés, un pésimo estudiante en su época, según sus maestros, fue sin dudas un estudiante con el que el curriculum y algunos de sus docentes, estuvieron en deuda. Lo llamaban “Zoquete”. Tuvo durante largos años la sensación de estar inmerso en un basurero, experimentando lo que tantos alumnos aún hoy siguen percibiendo, perdidos en la escuela, los “NADIES” , como los llama Galeano.
Raewyn Connel afirma que el sistema educativo está siendo injusto con algunos niños , así como lo fue con Pennac, pero no son los únicos que padecen las consecuencias y la calidad de la enseñanza de todos los demás se degrada. Una educación que privilegia a unos pocos está dando una formación corrupta favoreciendo desigualdades sociales sin dudas.
Es aquí donde se visibilizan las interrelaciones entre los niveles de justicia social existentes en la sociedad y en las instituciones escolares.
Es necesario entonces repensar todo lo relacionado con el curriculum, desde las políticas educativas hasta los contenidos escolares, experiencias, tareas, recursos, la función de la evaluación, el rol del profesor, las familias y la de los estudiantes, poniendo en acción y como pilar fundamental, la justicia curricular.
Que nuestra sociedad futura sea justa depende del uso que hoy hagamos del sistema educativo, un sistema educativo que debiera ser inclusivo, y en concordancia con lo que afirma Gerardo Echeita, al definir quela educación inclusiva es una construcción social que depende de nuestras concepciones y perspectivas.
Esas concepciones y perspectivas no son realidades objetivas, sino estructuras sociales construidas, reproducidas y legitimadas a través de las prácticas docentes.
Perspectivas que ponen de manifiesto un conjunto de concepciones y teorías implícitas. Es ahí donde debemos replantearnos
¿Desde qué miradas construimos una educación?
Y dentro de esas ópticas ponemos de manifiesto desde donde miramos, como miramos, que miramos y que no y así construimos nuestra realidad.
Interpretamos lo que vemos y actuamos al respecto, decidiendo quienes tienen derecho a una escuela u otra.
Para valorar a cada estudiante como sujeto de derecho inmerso en una escuela democrática tiene que haber un docente que lo considere, acompañando su presencia, su participación y su aprendizaje dentro de cada Institución.
Coral Elizondo nos dice que en primer lugar hay que reconocer al otro y para seguir transitando por escuelas democráticas debemos detectar cuales son las barreras que impiden que cada estudiante se considere valorado, respetado o zoquete o peor aún, un nadie.
Y entre algunas de las barreras podemos nombrar las Barreras actitudinales, barrera más compleja para derribar, nuestra actitud frente al otro, pensando que todos hacemos lo mismo, en el mismo tiempo y con bajas expectativas hacia el estudiante y las Barreras organizativas definidas por Coral Elizondo como la ceguera en la educación inclusiva , quien nos lleva a naturalizar injusticias, replicando lo que hacemos siempre, pensando que lo que estamos haciendo , está bien, sin cuestionarlo , asegurando que es lo correcto.
Una escuela democrática debe crear culturas inclusivas, políticas inclusivas sostenibles yconcretadas en prácticas inclusivas sosteniendo tanto a esa la cultura construida como a las políticas elegidas, de esta manera estaremos contribuyendo con una sociedad democrática, fomentando el respeto por el otro .Toda acción educativa es política.
Sabíamos que el sistema educativo no estaba dando las respuestas esperadas, no encontrábamos el rumbo, como quien recorre siempre el mismo camino para llegar al mismo lugar, esperando transformaciones que jamás llegarían sin generar cambios en nuestro saberes, sin animarnos, sin permitirnos ,sin deconstruirnos , y llegó la pandemia para que despertáramos, para que de repente encontraramos la manera de llegar a cada estudiante, a cada familia ,a cada eslabón del sistema escolar , mirando a cada uno , percibiendo y descubriendo otros sujetos, otros estudiantes, intuyendo, atravesados por una pantalla, nuevas miradas, nuevos saberes que estaban descartados, aplastados, desechados, perdidos y encontrados.
Esta pandemia interrumpió las trayectorias escolares, interrumpió el encuentro, un encuentro que no estaba garantizado, interrumpió el tiempo, y despertamos antes de caer al abismo , ya es hora, llegó el momento de transformar nuestra escuela en un lugar donde habiten los saberes , siendo la diversidad la que nos permita identificar a cada sujeto, con su identidad, con su dignidad, esperando ser acompañado en su transformación como ciudadano genuino ,flexible, digno y noble en una sociedad democrática .
Para eso estamos, por eso nos transformamos, porque tenemos la oportunidad de ser y hacer historia, cómplices de una escuela generadora de seres libres.
Escuelas y Justicia Social: R.W. Connel . Edtorial Morata(2006)
Escuelas Democráticas: MWJa. Beane Editorial Morata(1999)
Gerardo Echeita: Educación para la inclusión o educación sin exclusiones (2006)
Coral Elizondo
Por Prof. Sandra Ferrero
Docente de apoyo a la inclusión
SADOP – Delegación Río Cuarto