En tiempos de aislamiento social preventivo y obligatorio, la ansiedad muchas veces resulta la culpable de los excesos en la comida.
Con más de un mes de confinamiento, la vida de las y los argentinos cambió rotundamente. La salud, en muchos casos, también. El simple hecho de permanecer en aislamiento provocó que la actividad física disminuyera o, en muchos casos, desapareciera por completo. Los hábitos alimenticios también podrían haber sufrido modificaciones, y allí es en donde aparece el “hambre emocional”.
Ésta es la que “surge repentinamente y provoca una necesidad urgente de ingerir alimentos, generalmente específicos como chocolates, galletitas o golosinas”, explica la nutricionista Silvina Fioretti (M.N. 2755 M.P 7328).
En ese sentido asegura que “al consumirlos no se registra el momento de comer, sino que se hace en forma automática”.
A diferencia del “hambre emocional” –que se puede percibir como un “antojo”- la “real” aparece gradualmente, puede esperar, no es urgente, y cualquier alimento que se ingiera cubriría esa necesidad.
“Generalmente cuando surge el ‘hambre real’ como necesidad fisiológica” -aclara Fioretti en diálogo con Sadop.net, el sitio web del Sindicato de Argentino de Docentes Privados- “se come de forma consciente y una vez lograda la saciedad podremos reconocerla”.
Teniendo en cuenta la situación actual de aislamiento, la especialista propone buscar opciones en el caso que aparezca el “hambre emocional”, “siendo importante elegir alimentos bajos en grasas, azúcares y calorías como lo son las frutas frescas, gelatinas y vegetales”. Aclara también que a pesar de no tener horarios marcados, “es importante respetar las cuatro comidas principales y, de ser necesario, la realización de dos colaciones por día para cubrir todas las necesidades nutricionales logrando la saciedad”.
“Para las colaciones es importante siempre elegir alimentos saludables como aceitunas, frutos secos o disecados, lácteos descremados, chocolate 70% cacao, siempre teniendo en cuenta la situación personal clínica, fisiológica, económica, etc”, concluye.
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