Por Daniel E. Di Bártolo
Secretario de Educación
SADOP – CDN
“En otras palabras, el sistema educativo argentino es más igualitario que el promedio regional”. “Un sistema escolar más homogéneo en la distribución de sus resultados, como el de Argentina, se beneficia de políticas educativas universales –recomienda Unesco–. Estas pueden incluir cambios curriculares, introducción de sistemas de enseñanza de efectividad demostrada, mejoramiento en la formación inicial docente y el desarrollo continuo, entre otras iniciativas”. (Clarín, 31 de julio).
Quien leyera este párrafo, interesado en temas educativos o no, trataría de indagar en los antecedentes de esta conclusión y, a poco de buscar, encontraría que se trata de los comentarios realizados a partir de un estudio de la Oficina Regional de la UNESCO en Santiago de Chile, llamado TERCE y que, para más datos, linkeamos.
Sin embargo, la contundente afirmación del artículo periodístico del diario Clarín nada tiene que ver con su tapa que textualmente dice a varias columnas: “Unesco: en escuelas privadas se aprende más que en las públicas”. Así es, aunque a Ud. le resulta difícil de comprender: mientras en el interior de la nota se afirma que el sistema educativo argentino es más igualitario que el promedio regional en la tapa se cambia el eje y se acentúa una diferencia – escuelas públicas y privadas – y nada se dice de la tendencia igualitaria de nuestros sistema educativo, dato que surge del informe Unesco y sí lo dice el artículo de marras.
Por otra parte, Tiempo Argentino, también en su edición de hoy, sostiene que “Buenas notas en las aulas argentinas. Los resultados del estudio TERCE realizado por Unesco en 134 mil chicos de 15 países indican que los alumnos de tercer y sexto grado tuvieron rendimientos superiores a la media regional en matemática y escritura” (Tiempo Argentino 31 de julio).
Clarín nos tiene acostumbrados al uso de las tapas (edición) con sentido malintencionado y con el objetivo de instalar agenda mediática apocalíptica. En el caso de la educación, hemos detectado la intencionalidad de sostener una posición, según la cual todos los males de la misma residen en las escuelas del Estado, atribuyendo a las políticas públicas debilidades, fracasos y contradicciones mientras que, por el otro lado – siempre con sutilezas – “levantar” a la escuela privada como la niña mimada del sistema.
Los trabajadores de la educación pública de gestión privada – de paso todo el sistema es público -, estamos profundamente en desacuerdo con este intento del poder hegemónico, que – sin lugar a dudas – esconde otros intereses que tienden, como lo sostiene aún la OMC, a la privatización de la educación, aún de la misma escuela privada que, en no pocos casos, atiende sectores vulnerables llegando en forma complementaria con el Estado a los que más lo necesitan.
Hemos sido críticos de las evaluaciones internacionales de la educación, no solo porque atienden en forma unidimensional al sujeto que aprende, sino porque creemos en la conformación de un sistema de evaluación de la calidad integral de la educación propio y situado como lo sostuvimos en el encuentro “Más y mejor educación para todos” .
Igualmente críticos somos del uso sesgado de los datos y la presentación tergiversada de la información. En este plano, además de pronunciarnos por sistemas propios, institucionales y participativos de evaluación educativa con el equipo docente como colectivo constructivo y la comunidad educativa como espacio de referencia, rechazamos las posiciones que buscan diferenciar para oponer y privilegiar las escuelas públicas y privadas y sostenemos la unidad del sistema detrás de la definición de la educación como derecho humano y bien social, como lo sostiene la Ley de Educación Nacional.
Transitamos tiempos políticos electorales. Los trabajadores de la educación no somos neutrales. Tenemos claro que queremos profundizar la justicia social y la educación popular. También estamos convencidos acerca de donde no queremos volver. En nuestra tarea cotidiana enseñamos y promovemos la actitud crítica. Por ello, no aceptamos que “la tapa le gane a la verdad”.