En los últimos días del mes pasado se realizó en Caracas la 46ª Cumbre del Mercosur . El presidente pro témpore saliente, Nicolás Maduro, le entregó ese cargo a Cristina Fernández de Kirchner, quien lo ejercerá durante los próximos seis meses. La actual presidencia en manos de la Argentina invita a pensar en una agenda que de curso a los proyectos estratégicos tanto en lo productivo, como en lo económico e institucional.
Recordemos que Venezuela se incorporó como miembro pleno el 31 de julio de 2012 gracias a la sanción a Paraguay, en ese momento bajo un gobierno surgido de un golpe de Estado que derrocó a Fernando Lugo. Un año más tarde el bloque aprobó la reincorporación de Paraguay que se concretó luego de la asunción, en el mes de agosto, de un nuevo gobierno bajo la presidencia de Horacio Cartes quien logró que el parlamento de su país convalide la incorporación de Venezuela como miembro pleno del Mercosur.
Después de la cumbre de Caracas, es Bolivia quien espera para hacer su ingreso formal y permanente, dando potencialidades energética (gas) y política al bloque.
Este presente de nuevos desafíos marca una diferencia fundamental con los inicios del Mercosur. Cuando en 1991 los presidentes de los cuatro países miembros (Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina) firmaron el tratado de Asunción, los objetivos se limitaban a establecer un Arancel Externo Común (AEC) y potenciar el comercio entre socios.
Se trataba de crear un impuesto único sobre las importaciones de parte de los cuatro países (AEC) y diseñar un Programa de Liberalización Comercial (PLC). Como el espíritu de la época lo indica, eran propuestas insertas en el neoliberalismo en auge.
En el primer período, 1991-1994. se consolida esa estructura, para dar paso luego a la época de esplendor neoliberal, entre 1995 y 1998, cuando la convergencia de las políticas monetarias y financieras de Brasil y Argentina (Plan Real y Convertibilidad) permitieron el crecimiento del flujo comercial entre miembros.
Durante 1999-2002, etapa marcada por las crisis de cada país y el coqueteo argentino con la dolarización y la apuesta a profundizar lazos con EE UU, en detrimento de la apuesta por el bloque, el Mercosur languideció. Fueron las presidencias de Lula en Brasil y Kirchner en Argentina las que dieron un nuevo impulso que fue creciendo al calor del vínculo no sólo comercial sino geopolítico del bloque. Se potenció el comercio intrazona, pero además se buscó incorporar socios (Venezuela, Bolivia) que sintonizaran en la nueva coyuntura y se inició una política de disminución de asimetrías entre países (Fondo destinado a reducirlas creado en 2005). En la Cumbre de 2006 en Córdoba se propició el desarrollo de las Pymes gracias al proyecto MIPYMES y el fondo FONDOPYME.
A pesar de los interesantes avances logrados en la última década, resulta necesario destacar que existen problemas en el bloque. Las asimetrías entre socios, el giro paraguayo hacia la derecha (que implica alineamiento con EE UU) y el doble juego de Brasil, por un lado apostando fuerte con los BRICS y por el otro intentando liderar el MERCOSUR, son algunos de los escollos a sortear.
La presidencia pro témpore de Argentina significa una excelente oportunidad para desarrollar proyectos que permanecen en carpeta y deben ser desempolvados. Cinco iniciativas se destacan de ese listado:
BANCO DEL SUR. El reciente lanzamiento del Banco de Desarrollo de los BRICS en concomitancia con las necesidades de financiamiento de Argentina y el litigio con los fondos buitre pone sobre el tapete la relevancia de recuperar esta herramienta. Se trata de generar financiamiento desde y para nuestros países, sin la tutela de los organismos con sede en Washington o Bruselas.
GASODUCTO DEL SUR. Lo planteó Chávez en 2005 con la intención de crear un gasoducto que conectara Venezuela, Brasil y Argentina. Es una de las propuestas más ambiciosas para potenciar la articulación energética de los países de la región.
PETROSUR. Junto con el Gasoducto del Sur, PetroSur sería una firme concreción de la unidad latinoamericana mediante el establecimiento de una petrolera sudamericana capaz de generar masas de recursos de enorme valía.
PARLATINO. Hoy existe un Parlatino donde participan sólo tangencialmente miembros de cada Congreso nacional. Su relevancia es casi nula. Es imprescindible establecer el voto de los legisladores latinoamericanos y dotarlo con sus principios y propósitos.
TRANSPORTE CONTINENTAL. Para consolidar una integración profunda es necesario celebrar acuerdos de alianza entre las Aerolíneas Nacionales de nuestros países, sumado al proyecto del Tren del Sur que circunvalaría el subcontinente sudamericano.
Se trata de algunas de las políticas que Argentina puede impulsar en la agenda del bloque para hacer realidad aquella prédica de Martí que Chávez gustaba citar: "Llegó la hora de la segunda independencia de los pueblos de la América."
Por Leandro Bona
Fuente: Tiempo Argentino