José Sbattella (*)
Está concluyendo el mundial de fútbol, torneo que por su impacto popular debería producir un paréntesis en la multiplicidad de conflictos generados por los intereses contrapuestos en el capitalismo globalizado.
Sin embargo, los fusiles mediáticos del neoliberalismo no descansan e intentan utilizar el evento para deteriorar la imagen electoral de la actual presidenta del Brasil Dilma Rousseff, de cara a las próximas elecciones. Si a lo anterior sumamos la decisión de la suprema Corte de Nueva York dándole la razón a los fondos buitre contra la Argentina, nos encontramos en un escenario donde cada hecho de trascendencia forma parte del conflicto Globalización vs. Estado Nación Soberano. En este contexto es importante destacar la ruptura del G8, con la separación de Rusia después del conflicto en Ucrania.
Este hecho encamina al mundo nuevamente a un escenario semejante al de la guerra fría, donde se disputaba una hegemonía que incluía no sólo el conflicto territorial, sino también la perspectiva ideológica, ya que estaba vigente el modelo de producción socialista en la Unión Soviética. En la actualidad si bien la situación es diferente, ya que Rusia dejó de ser una opción anticapitalista, su posicionamiento global y su acercamiento a China desafían el poder hegemónico de EE UU en la toma de decisiones geopolíticas globales y marca la consolidación de un modelo multipolar.
En este contexto, la perspectiva de que Argentina se integre al BRICS en una nueva configuración del proceso de toma de decisiones mundial, fortalece ese esquema multipolar. Esta disputa ideológica global, muchas veces violenta, encuentra, por un lado, al capital concentrado y su cruzada contra el Estado Nación para fortalecer la regulación supranacional de los organismos transnacionales, como el FMI, la OMC y la OTAN. En el otro extremo tenemos los procesos autónomos de desconexión de los países que intentan afirmar sus economías resistiendo a las leyes de la valorización financiera del capital concentrado global. En esta lucha se destaca America del Sur, con Venezuela, Bolivia Brasil, Argentina y Ecuador. Acompañados por la resistencia de los indignados de Estados Unidos y Europa que, a pesar de su poca representatividad, son embriones de posibles alternativas nacionales como la izquierda Griega triunfante en las últimas elecciones.
Es en este escenario donde la extorsión que hace la Corte de Estados Unidos, al ordenar el pago de los bonos que están en manos de los fondos buitre, debe leerse como una señal política al mundo de que Argentina es un mal ejemplo para los intereses del capital financiero.
Con este contexto externo, la introducción en la agenda política interna de la opción "buitres o soberanía" replantea todo el escenario electoral. El posicionamiento a favor del arreglo inmediato, sin discusión posible y con miedo a la represalia, que es asumido por el PRO, junto a Carrió y al coro de economistas asociados al fracaso de la Convertibilidad, sirve para diferenciar claramente los intereses que defiende cada uno. Los pasos del conflicto que se inició requerirán del uso del poder de regulación del Estado para mantener la gobernabilidad, habida cuenta de los sucesivos intentos destituyentes anteriores. Este hecho pone nuevamente a prueba la organización política que acompaña el proceso iniciado en 2003 y su capacidad de movilización popular.
(*) Presidente de la Unidad de Información Financiera (UIF)
Fuente: Tiempo Argentino