Almirón inició su disertación celebrando la firma del Primer Convenio Colectivo de Trabajo con una universidad privada, para luego establecer una matriz de análisis entre Proyecto de País y Sistema Educativo, y la articulación de estos con el modelo socio-productivo. “El sujeto permanente, el protagonista histórico de un Proyecto de País es el pueblo”, remarcó Almirón. A su vez, señaló que el liberalismo se encargó de separar al trabajo del trabajador; una distinción que resulta grave porque “le quita la dimensión ética al trabajo”. “No es un engranaje más de una maquinaria. En SADOP creemos que el trabajo tiene un profundo sentido de realización personal y social, conlleva dignidad, expresa una manera de superarse y perfeccionarse, además de ser un factor de integración social”, destacó Almirón para diferenciarlo de la visión que ubica al trabajo como mercancía.
El Secretario General de SADOP dijo que el trabajo no puede ser tratado de forma exclusiva en la Escuela Técnica. “Compartimos plenamente las políticas de fortalecimiento de la Educación Técnica, pero creemos que esa visión del trabajo como vertebrador de todo el modelo social, generador de un modelo político con participación y construcción de ciudadanía, debe involucrar a todo el conjunto del sistema educativo”.
A su vez, Almirón hizo una distinción entre el sistema educativo y la educación, mostrando su visión crítica ante la mirada que tienen los Medios Masivos de Comunicación Social sobre el trabajo. “Si no tenemos en cuenta los valores y antivalores que desde los medios se le presentan al pueblo, tendremos entonces una visión reduccionista sobre la educación. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual hace también a la democratización de los conocimientos del conjunto de la sociedad. Tenemos que instalar en los contenidos audiovisuales una visión de la educación y el trabajo como derechos humanos, y no como mercancías”, señaló.
“SADOP cree en una educación popular, como derecho humano, y por lo tanto resistimos a las políticas neoliberales convencidos que debe existir una relación sana, adecuada y equitativa entre el sistema educativo y el contexto socio-productivo”, dijo Almirón, para luego profundizar sobre el fomento que el Estado viene desarrollando en materia de negociación colectiva como instrumento de regulación de las relaciones laborales: “Desde 2003 se fue recuperando la idea de que el trabajo es un bien que debe ser protegido en la sociedad, y que el trabajador debe gozar de protección”. Además, puntualizó la reciente firma de un acuerdo entre los gremios docentes y el Gobierno Nacional sobre Formación Profesional, en el marco de la Paritaria Federal Docente, y que implica la formación continua, gratuita y en servicio de más de un millón de trabajadores de la educación.
Almirón señaló la necesidad de continuar profundizando un modelo de relaciones laborales, y mencionó que el régimen de contrato de trabajo de la actividad privada, que sirve como principal ley marco, “es una normativa modificada en más de doscientos artículos por la Dictadura Militar. Con todos los avances que hemos podido lograr en los últimos años, aún hay mucho para trabajar y lograr que el sistema de relaciones laborales sea democrático y no autoritario”.
El Panel que desarrolló “Los Desafíos en Torno a la Relación Educación-Trabajo” estuvo integrado por Claudia Jacinto, Coordinadora del Programa de Estudios sobre Juventud, Educación y Trabajo del IDES (Instituto de Desarrollo Económico y Social), Arturo Fernández, especialista en Sociología política, estudios sobre sindicalismo, políticas sociales y política comparada, Guillermo Parodi, Secretario Adjunto de UTE (Unión de Trabajadores de la Educación) y Nicolás Trotta, Secretario Académico de la UMET, además del Secretario General de SADOP.
Para finalizar la jornada, el dirigente del Sindicato de Docentes Privados hizo alusión a la ruptura del paradigma neoliberal conseguido, en lo que a la relación entre educación y trabajo se refiere. Desde lo político, Almirón remarcó la necesidad de integrarnos regionalmente como “la única posibilidad de sostener estos modelos de desarrollo autónomos”, señalando que el rol de la UNASUR resulta fundamental para “fortalecer las democracias en lo real, no solo en lo formal, y en la posibilidad de que el pueblo ejerza los derechos”. Además, insistió en la participación popular: “El pueblo, a través de sus organizaciones, tiene que velar por un Modelo Político y un Proyecto de País que proteja el trabajo, la educación, y que busque una articulación sensata y razonable, porque eso habla de una comunidad en donde impere la justicia”.