En la previa de un nuevo aniversario de El Cordobazo, llevado a cabo entre el 29 y 30 de mayo de 1969, recordamos el contexto previo con la creación de la CGT de los Argentinos. Sus consignas centrales expresan su origen y le dan encarnadura a la militancia sindical: “Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra” y “Unirse desde abajo y organizarse combatiendo”.
Por Secretaría de Comunicación y Prensa
Consejo Directivo Nacional – SADOP
Comenzaba la década del 60 y los conflictos sindicales se multiplicaban, profundizándose la resistencia contra gobiernos que cercenaban la voluntad popular desde el golpe encabezado por Pedro Aramburu e Isaac Rojas en 1955. Durante estos años de intervención de las organizaciones sindicales y el encarcelamiento de sus dirigentes, los mecánicos de Kaiser en Córdoba, los choferes en Rosario y los zafreros en más de 30 ingenios de Tucumán reaccionaron frente a despidos, suspensiones y cierres.
En marzo del 60, el gobierno de Arturo Frondizi implementó el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), una suerte de estado de sitio virtual. Activistas, delegados y dirigentes gremiales fueron arrestados y confinados a destinos alejados. Sin embargo, el peronismo obtuvo la victoria en ocho provincias durante los comicios electorales, y aquel 18 de marzo de 1962 le estalló una crisis política a Frondizi, quien a las pocas horas anuló las elecciones.
Por esos días, el sindicalismo enrolado en el peronismo aprobó en Córdoba el plan de lucha Programa de Huerta Grande, elaborado por dirigentes de la talla de Amado Olmos (Sanidad), Andrés Framini (Textiles) y Jorge Di Pasquale (Farmacia). El mismo se transformó en una referencia programática en la vida política de los años 60 y 70. Entre otras cosas, proponía nacionalizar los bancos y los sectores claves de la economía (siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficos), implantar el control estatal sobre el comercio exterior, desconocer los compromisos financieros del país firmados a espaldas del pueblo, prohibir importaciones que compitieran con la producción propia, implantar el control obrero sobre la producción y planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y los trabajadores.
Tamaño programa significó un problema para la clase política no proscripta: Ejército y Marina llevaron a cabo el desalojo institucional de Frondizi, un golpe de estado más por esos años. Pero la problemática del “pueblo proscripto” seguía siendo un factor latente. En 1966, una sucesión de desencuentros e imposiciones derivaron en el derrocamiento del gobierno del Dr. Arturo Illia. La dictadura del General Juan C. Onganía echará otro manto de oscuridad: la Noche de los Bastones Largos opaca la labor de la Universidad Nacional, se interviene una vez más la CGT y la política socio económica del gobierno de facto evidencia sus intenciones con cierres de fábricas, recortes de salarios, importación indiscriminada de insumos que sustituyen la producción nacional. En tanto el pueblo resistía en cada barrio, en cada fábrica, haciendo propias las banderas del Programa de Huerta Grande.
El Programa del Congreso “Amado Olmos” fue una convocatoria a un gran acuerdo social con la perspectiva de un país mirado desde adentro y desde ese adentro mirando el mundo»
Corría 1968 y Argentina padecía el avasallamiento de su soberanía popular en un clima represivo e intimidatorio. Ante semejante crisis, un conjunto de dirigentes gremiales propone un modelo sindical basado en la representatividad, la honestidad y el compromiso con el pueblo. Militantes, activistas y trabajadores se encontraban en efervescentes movilizaciones nacionales que aún no poseían un cause organizativo. Sin embargo, el 28 de marzo un conjunto de gremios convoca a un congreso normalizador de la CGT con la finalidad de encauzar la situación. De esa reunión que duró dos días y tuvo serios enfrentamientos nace la CGT de los Argentinos, con una conducción encabezada por Raimundo Ongaro (Federación Gráfica Bonaerense) y acompañado por Ricardo De Luca (Obreros Navales), Benito Romano (Ingenios Azucareros), Julio Guillán (Telefónicos), Amancio Pafundi (Estatales), Jorge Di Pasquale (Farmacia) y Pedro Avellaneda (ATE). Por entonces, la central particularizaba la acción sindical en el acompañamiento de los conflictos producidos en todo el país (con participación directa del Consejo Directivo), la declaración jurada de bienes por parte de sus dirigentes y la apertura democrática de sus puertas a todos los sectores en acción.
El 1º de Mayo de 1968 la CGTA organiza los actos en San Justo y en distintas ciudades del país: Benito Romano y Atilio Santillán participaron en Tucumán; Mario Aguirre en Rosario; y Agustín Tosco, Atilio López, Elpidio Torres y Miguel Correa en Córdoba; entre otros destacados dirigentes. Aquel día se conoció el Programa realizado en el Congreso “Amado Olmos”, redactado por Rodolfo Walsh bajo la dirección política de Ongaro e inspirado en los documentos fundacionales de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962). Dicha propuesta formula caminos de unidad de acción para los pequeños y medianos empresarios nacionales, profesionales, estudiantes, intelectuales, artistas y religiosos: toda una convocatoria a un gran acuerdo social con la perspectiva de un país mirado desde adentro y desde ese adentro mirando el mundo.
Por su parte, el semanario de la CGTA se convirtió en instrumento central de dicha política. Con la dirección periodística de Walsh y la responsabilidad política de Alfredo Ferraresi (Farmacia), la publicación reunió información, análisis y el testimonio de los protagonistas de las luchas obreras, transformándose en pieza fundamental de denuncia a lo largo de sus 55 números editados hasta 1970. Entre sus notas, se publicaron las investigaciones de Walsh sobre el asesinato del dirigente metalúrgico Rosendo García, posteriormente compiladas en el libro ¿Quién mató a Rosendo?
En la CGTA también se desarrollaron experiencias de militancia artística como las del pintor Ricardo Carpani o las del Grupo de Cine Liberación, cuyas filmaciones fueron herramientas en la formación política como La Hora de los Hornos de Pino Solanas y Octavio Getino.
“En un año y medio el movimiento obrero ha pasado de la postración a la plena conciencia de su fuerza, ha aprendido a devolver una mínima parte de la violencia que se ejerce sobre él y se dispone a llevar a la lucha hasta la conquista del poder político, camino difícil pero único para destruir la sociedad explotadora y socializar con signo nacional las riquezas y los bienes fundamentales que producimos los trabajadores. En esa transformación, la CGTA desempeñó un papel protagónico”, informaba en 1969 Walsh. Dos años más tarde, Ongaro sintetizaba la labor desde la cárcel de Devoto: “en cada fábrica o en la villa, en el colegio o en el barrio, en la ciudad o en el campo; allí donde dos o más hermanos padecen esclavitud por el patrón o un gobernador, por arzobispos preconciliares o policías torturadores, por la ley de las minorías o la propiedad de los oligarcas; pusimos corazón para unir la dignidad dispersa”.
Quienes quieran tener acceso a la colección completa del periódico de la CGTA, pueden hacerlo en www.cgtargentinos.org o bien solicitar el CD en: Obra Social del Personal Gráfico, Belgrano 2530, Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Teléfono 4308-2678 interno 605.