A casi cuatro décadas de la Guerra de Malvinas, la Secretaría de Relaciones Internacionales de SADOP hace un repaso histórico sobre el conflicto que desembocó en la contienda entre Argentina y el Reino Unido.
Por Secretaría de Relaciones Internacionales SADOP
Colaboración de Ignacio Gutiérrez Brondolo, Licenciado en Ciencia Política, Miembro de Observatorio Malvinas (UNR), Docente, Delegado de SADOP (Rosario).
El 2 de abril se cumplen 38 años del inicio del conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido en uno de los más tristes capítulos que vinculan a ambos países en la disputa por el territorio que comprende las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del sur y espacios marítimos circundantes. Una disputa tan injusta como la guerra misma, pues el legítimo derecho asiste con la razón a la Argentina y no así el poder hegemónico de las potencias colonialistas. El entramado que desemboca en la guerra es un tanto complejo, pues se hace necesario comprender algunas variables de índole coyuntural para establecer por qué la dictadura cívico militar habría de tomar una decisión de este calibre.
En primer lugar, en 1965 se aprueba la Resolución 2065 por parte de la Organización de Naciones Unidas que insta a ambos países a reanudar las negociaciones reconociendo la existencia de un territorio en disputa a partir de la existencia de un enclave en el Atlántico sur, y conforme a los preceptos que la Resolución 1514 del 14 de diciembre de 1960 que llama a poner fin a las colonias existentes. En virtud de ello Argentina y el Reino Unido reinician un período de diálogo de un decenio con momentos muy positivos. Hasta el año 1973 el diálogo fue sumando diversos aspectos que buscaban encaminar la situación a una transición ordenada. Existieron intercambio de documentos e información entre ambos países.
Tras la vuelta del General Perón al país, el diálogo se materializó en propuestas concretas basadas en proyectos a mediano plazo que tendrían como principio un sistema de soberanía compartida. En tal sentido, el gobierno de Perón diseñó un esquema de “intervención cooperativa” que buscó reinsertar la cultura nacional en Malvinas. Consistió, básicamente, en el envío de un cuerpo docente de diferentes áreas para la enseñanza primaria y secundaria de los malvinenses. El establecimiento de YPF en las Islas con la perspectiva de avance industrial proyectando el trabajo de refinería a futuro. Y el envío de 50 productos nacionales que se inserten como propios en la cultura de Malvinas. Perón tenía la firme convicción de que la cultura era un elemento socializador de enorme potencialidad, y para ello la educación se configuraba como el potencial de penetración más importante.
La muerte del General fue un golpe duro para la política nacional y para el pueblo argentino. La cuestión de las Islas Malvinas también se vio duramente afectada. La asunción de Isabel Martínez de Perón trajo consigo la reconfiguración del escenario político, económico como también el frente de política exterior. Se enfrió la relación con el Reino Unido dejando atrás los avances alcanzados y el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 se encargó de profundizar el congelamiento.
Un vendaval diplomático sacudió nuestro país por aquellos años hasta llegar a 1982. La situación del Beagle había generado tensiones límites y hacia adentro la situación social estaba cada vez más tensa entre la dictadura cívico militar y los trabajadores. Entre el 19 y 20 de marzo se producen incidentes en las Georgias del Sur y las tensiones en el Atlántico Sur venían en escalada. El 30 de marzo la CGT Brasil, conducida por Saúl Ubaldini, convoca un masivo acto que fue brutalmente reprimido por las Fuerzas Armadas, lo que mostró que la situación se hacía realmente insostenible para la Junta Militar. En medio de ese contexto, el 31 de marzo al mediodía la flota Argentina puso proa rumbo a Malvinas poniendo en marcha la “Operación Rosario”, que se concretará el 2 de abril. Ese mismo día, el Reino Unido puso en marcha dos portaaviones y una extensa flota de buques que el 1 de mayo llegarían a destino para dar inicio a la batalla. Los días transcurridos entre el 2 de abril y el 1 de mayo se trabajaron en pos de la búsqueda de una solución pacífica. Algo que de ambos lados se sabía que no iba a llegar. El desenlace: el que todos conocemos. Por este motivo es que no se debe separar la guerra de Malvinas como un hecho aislado, si no que esta fue una más de todas las atrocidades cometidas por la dictadura cívico militar que dio inicio el 24 de marzo de 1976.
Nuestros soldados ex combatientes tuvieron que vivir muy duros años una vez transcurrido el conflicto: el período de desmalvinización. Fue esta una etapa que puso a nuestros soldados en segundo plano. Durante los ochenta y los noventa el Estado argentino abandonó en todo concepto a quienes pusieron el cuerpo por la soberanía en nuestras Islas.
Recién en 1990, con la presidencia de Carlos Menem, se sancionó la ley 23.848 en la que se concedió a los ex combatientes de la Guerra de Malvinas el derecho a recibir una pensión honorífica por los servicios prestados a la patria. La norma reglamentada por el decreto 2634/90 fijó el monto de la retribución en una suma equivalente al monto de una jubilación mínima del sistema nacional de previsión social.
Después de allí todo lo que conceptualmente se erige desde la memoria fue echándose al olvido con un Estado que trabajó en esa dirección.
Desde el 2003 comienza una nueva etapa en la cuestión Malvinas. La presencia Argentina con el reclamo de soberanía vuelve a ser el tema en los diferentes organismos internacionales, no sólo ante el Comité de Descolonización de la ONU. Desde el Estado Nacional se instruyó a las provincias incluir en las aulas el tema no sólo como elemento de Memoria, Verdad y Justicia, sino también como un recurso argumentativo y sujeto de soberanía.
La creación de una secretaría especial de Malvinas, dependiente de Cancillería, fue la muestra más cabal de la importancia que el gobierno Kirchnerista otorgó a la cuestión de la disputa soberana. Todo eso, tuvo su interrupción a partir del 10 de diciembre de 2015, cuando la misma secretaría se disolvía y comenzaba una serie de medidas cuya búsqueda fue acercarse al Reino Unido a cualquier costo. Pudimos observar como, desde el Estado, en diversas publicidades o publicaciones en las que se presentara un mapa argentino omitían incluir las Malvinas y Antártida. En materia de política exterior, septiembre de 2016 otorgó la llave del proyecto desmalvinizador del gobierno de Mauricio Macri: se llevaron adelante los acuerdos de cooperación celebrados por ambos países a instancias del vicecancillere Carlos Foradori (Argentina) y el Ministro de Estado para Europa y las Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth británica, Alan Duncan. De ese modo, nuestro país ofrecía su asistencia a los británicos en materia de pesca, navegación y exploración de petróleo. Fueron cuatro años en los que se vieron avasallados muchos límites impuestos a la potencia colonialista. Argentina prestó colaboración a la industria pesquera malvinense otorgando información acerca del movimiento de cardúmenes por etapas en el Atlántico Sur, también se otorgaron licencias de exploración petrolera a empresas con intereses británicos en las aguas del Atlánticos sur.
Un nuevo período se asoma
Este 2 de abril será sin dudas una conmemoración diferente, un día distinto que deja atrás prácticas nocivas. A partir del 10 de diciembre de 2019 se abrió una nueva etapa en Argentina. El presidente Alberto Fernández anunció la vuelta de la Secretaria de asuntos relativos a la cuestión de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y espacios marítimos circundantes convocando a Daniel Filmus para seguir con esta tarea.
Lo más importante ocurrió hace escasos días, en el discurso que abrió el período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Allí hizo tres anuncios importantes sobre la cuestión Malvinas.
1) La creación de un Consejo Nacional para asuntos relativos a la Cuestión Malvinas, que convoca a profesionales, políticos de todos los sectores y universidades de todo el país para estudiar acciones diplomáticas.
2) El proyecto de ley de demarcación territorial, imprescindible para reafirmar el trabajo en materia de soberanía territorial y marítima realizado y postergado por el macrismo desde el encuentro Foradori – Duncan
3) La creación del régimen federal pesquero, que también viene a poner fin a una cuestión fundamental: la depredación de nuestros recursos naturales que en 2016 planteó el acuerdo con el Reino Unido. Información de pesca y suelo marítimo en medio de una disputa soberana.
Tres medidas que, no solo muestran el compromiso de un Gobierno con la causa, sino que también van en dirección de lo que demanda el contexto internacional. Es decir, todos los estados buscan cerrar y proteger sus mercados, sus industrias y recursos naturales. Argentina que hasta hace muy poco profesaba un aperturismo descarnado, comienza a ordenar sus prioridades. Es preciso tener en cuenta que la situación de Brexit (la salida del Reino Unido de la zona del Euro) pone en jaque un negocio vital para el nivel de ingreso per capita Malvinense: la pesca. Un rubro que tiene como principal socio a España mediante la cooperativa pesquera de Vigo comenzará a arancelarse a más del 18%, con lo cual el impuesto y flete estarían haciendo perder rentabilidad al negocio. Pues entonces, son estas medidas que tienden a tener una intervención sobre la economía malvinense, sin agresiones ni juego brusco, respetando las leyes de mercado.
Una nueva retórica asoma respecto de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y espacios marítimos circundantes, lejos de la confrontación verbal que se viviera en tiempos de Kirchnerismo, pero sumando lo inmensamente positivo que dejó la gestión en este tema. Lejos, muy lejos también de la etapa de concesiones que el macrismo buscó: un burdo ensayo de la política de acercamiento que el menemismo planteara en los 90.
Una muestra clara la otorga el tema de primer orden que se vive a nivel mundial: el COVID-19. El mismo día en que el Primer Ministro británico, Boris Johnson, aplica tres semanas de cuarentena en el Reino Unido, tras tirar atrás la estrategia de expansión del virus, el secretario de Malvinas a instancias de la Cancillería Argentina se pone en contacto con el embajador británico en nuestro país, Mark Kent, ofreciendo los servicios para asistencia a los Malvinenses en caso de que fuera necesario.
Con la llegada de Alberto Fernández queda claro que se inicia un nuevo período en materia de política exterior sobre los asuntos relativos a Malvinas. Protegiendo los intereses nacionales, sin renunciar al reclamo pero apelando a las virtudes del diálogo sincero.
Por los 649 que no volvieron, por aquellos que fueron y regresaron pero su mente siga allí, por las familias de nuestros caídos: con la memoria intacta.