La rebelión popular denominada “El Cordobazo” inició el 29 de mayo de 1969 y culminó al día siguiente. Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin números de derechos por parte del gobierno militar encabezado por Juan Carlos Onganía, fueron el caldo de cultivo que concluyeron en las jornadas de protesta en la Ciudad de Córdoba.
Una suma de protestas iniciados a principio mayo culminaron con el Cordobazo. El primer hecho fue la movilización en Corrientes contra del aumento de los tickets del comedor universitario, jornada en la que fue asesinado un estudiante, días después gobierno dictatorial cierra la universidad y la califica como “nido de comunistas”.
Los estudiantes, los obreros y la clase media, fueron los protagonistas principales del Cordobazo. La dirección política estuvo expresada en tres importantes líderes obreros: Atilio López (UTA), Agustín Tosco (Luz y Fuerza), y Elpidio Torres (SMATA). El claro enemigo era Onganía quién había derrocado al presidente constitucional Arturo Illía.
El movimiento de trabajadores de Córdoba resuelve un paro general de las actividades de 36 horas para el 29 de mayo, con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de la CGT.
En el inicio del paro los trabajadores de luz y fuerza son atacados con bombas de gases. Los trabajadores metalmecánicos avanzan desde el polo industrial. Una vez más la represión está en marcha. La movilización obrera de las once de la mañana se transforma en jornada de lucha al medio día y en rebelión popular a las 3 de la tarde.
El acatamiento al paro es casi total. Se suman los vecinos que ayudan a que las barricadas ardan alimentadas por cajones de basura y papeles que arrojan desde los balcones. Unas 50 mil personas se apoderan de la ciudad de Córdoba.
Corre la noticia de la muerte de Máximo Mena, obrero mecánico. Se produce un estallido popular, la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Por la noche se produce un apagón general planificado por Luz y Fuerza para mitigar la represión. Nadie controla la situación y se extiende hasta el 30 de mayo.
Días después, apremiado por la revuelta popular, Onganía le pide la renuncia al Gobernador de Córdoba Carlos Caballero.
El Cordobazo no derrocó a la dictadura pero la hirió de muerte. El delirio de Onganía sobre las virtudes de un régimen militar que se extendería por dos décadas inicio su cuenta regresiva a los tres años de haber llegado al poder.
El saldo de la jornada fue trágico. Se cuentan al menos 14 muertos, cientos de heridos y un sinnúmero de detenidos. Pero, como diría Rodolfo Walsh, “la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás”.