“Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su Liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición.” Padre Carlos Mugica Edgardo Rodríguez del Barrio Hay varias formas de enfrentar el fenómeno de la pobreza. La más tentadora es el asistencialismo, al que recurren las instituciones que dan de comer, refugian, albergan, capacitan y hasta generan emprendimientos productivos. Es necesaria porque sirve para paliar el hambre de hoy y solucionar el problema de algunos, pero no cambia la situación general; la pobreza continúa. Otra es la lucha por la eliminación de la pobreza que implica reconocer que existe riqueza acumulada que se puede distribuir y, por lo tanto, la pobreza no es consecuencia de la escasez de bienes sino de una injusta distribución de los mismos. Esto sólo se logra con un cambio de estructuras opresivas, por eso se puede hablar de liberación y de implementación de modelos de inclusión. Si bien Mugica se preocupó por el hambre inmediata de sus villeros, trabajó sobre todo por ese cambio de estructuras que, además, estaba convencido que llegaría desde el Peronismo, tal como lo manifiesta en su escrito "La Iglesia y el Peronismo". En la oración que transcribimos al inicio está sintetizado este pensamiento: "Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación….". Está claro que si considera necesaria la liberación es porque existe la opresión y si esa lucha es junto a los pobres no hace falta indagar demasiado para darnos cuenta que los que oprimen son los ricos. Para este mártir, el peronismo tiene un sentido profundamente liberador y los distanciamientos del peronismo con la Iglesia tienen que ver con la mirada elitista que muchas veces esta institución ha expresado en su jerarquía: "Si históricamente hubo algún desentendimiento entre la Iglesia y el peronismo, desentendimiento que en realidad abarcó solamente a sectores de ambos lados, éste se debió, más allá de los errores fruto de actitudes personales, a incomprensión por parte de hombres de la iglesia del sentido profundamente liberador del movimiento popular. Se debió a que algunos de nosotros, en lugar de analizar la realidad desde el pueblo, desde los pobres como lo manda Jesús en el evangelio, infectados por una mentalidad elitista, lo veíamos todo desde una óptica oligárquica. Y claro que para la oligarquía el peronismo era el desastre, la hora de los ‘negros’". Y aquí refuerza su convicción sobre la capacidad redentora del peronismo: "Pero para los hoy mis queridos cabecitas, el peronismo fue, es y será, si continúa fiel a sus esencias y desarrolla su entraña revolucionaria, el movimiento de redención social más formidable que ha conocido nuestra Patria”. (Revista Las Bases, Nº 49, “La Iglesia y el peronismo”, por el padre Carlos Mugica, 28 de junio de 1973, pág. 39.). En ese mismo escrito vincula la acción del gobierno peronista con el cumplimiento del mandato de Amor de Jesús: "Hoy los cristianos hemos comprendido que esta exigencia del amor no sólo tiene una dimensión personal sino también una dimensión estructural. Tengo que amar no sólo a nivel de individuos sino a nivel de pueblos. Y fue a nivel de pueblo que el peronismo a través de su paso por el gobierno realizó el mandato evangélico del amor real y verdadero a los humildes. Basten pocos ejemplos: 900.000 viviendas, leyes sociales que levantaron a los humildes de su situación de explotación inhumana y posibilitaron que el pueblo trabajador se fuera poniendo de pie. La gigantesca obra social realizada por la Fundación Eva Perón bajo la sobrehumana conducción de la inolvidable Evita". El Padre Carlos Mugica conocía bien las diferencias entre la oligarquía y los pobres, a los que amaba porque provenía de ese sector tal como lo relata en sus escritos y en las entrevistas periodísticas que le realizan. El mismo se pone como ejemplo cuando relata sus sentimientos encontrados luego del golpe del 55: "En el Barrio Norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto, bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien grandes: ‘Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos (curas)’ La gente humilde estaba de duelo por la caída de Perón" Y es entonces que se produce su conversión: "Y si la gente humilde estaba de duelo, entonces yo estaba descolocado: yo estaba en la vereda de enfrente… Sí, yo estaba en la vereda de enfrente. Ahora la gente pobre estaba de duelo y debía pensar en el significado de esa tristeza. Cuando volvía a casa, a mi mundo que en esos momentos estaba paladeando la victoria, sentí que algo de ese mundo, ya, se había derrumbado. Pero me gustó".( Revista Cuestionario Nº 1, mayo de 1973). sigue en página 2 Mugica luchó por la liberación de los pobres A partir de esos acontecimientos su compromiso con los pobres y por el cambio de estructuras se profundizó. Estando estudiando en Europa conoció y se sumó al Movimiento de Sacerdotes Para el Tercer Mundo y posteriormente se entrevistó con Perón en Madrid. Regresó a la Argentina e intensificó su accionar pastoral en la Villa, pero también retomó sus clases de teología en la Universidad del Salvador, tuvo vinculaciones con Montoneros y trató de darse una respuesta sobre la violencia. En una entrevista para la Revista 7 días de junio de 1972 sostenía: "Toda violencia es consecuencia del pecado del hombre, de su egoísmo. Ahora lo que sucede es esto: en concreto encontramos en América Latina –incluso en nuestro país– una situación de violencia institucionalizada. Es la violencia del hambre. Como dice Helder Cámara "El general hambre mata cada día más hombres que cualquier guerra". Es decir que existe la violencia del sistema, el desorden establecido. Frente a este desorden establecido yo, cristiano, tomo conciencia de que algo hay que hacer y me encuentro entre dos alternativas igualmente válidas: la de la no violencia en la línea de Luther King o la de la violencia en la línea del Che Guevara; hablando en cristiano la violencia en la línea de Camilo Torres. Y pienso que las dos opciones son legítimas". A la pregunta "Un cristiano, ¿tiene derecho a matar?", responde "No lo sé. Lo que sí está claro es que tiene la obligación de morir por sus hermanos". Con el regreso de Perón al país y su llamado a la pacificación Mugica pareció resolver algunas de estas dudas; en una misa en conmemoración por la muerte de Aval Medina y Ramus, el 7 de diciembre de 1973, Mugica se expresó diciendo: "Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados. Pocos meses después, el 11 de mayo de 1974, al salir de celebrar una misa en la Iglesia San Francisco Solano, moría asesinado, según varias investigaciones, por la Triple A de López Rega. El entierro fue una multitudinaria manifestación. Sus villeros, a los que tanto quería, lo llevaron sobre sus hombros hasta el cementerio de La Recoleta, en el corazón del Barrio Norte. En el año 2010, Cristina Kirchner participó de un homenaje a Mujica en la Parroquia Cristo Obrero en la Villa 31 y en su locución interpretó para nuestros días el sentido de la entrega de este sacerdote Villero: "…el padre Carlos Mugica "es un símbolo, en serio, de la Argentina"… "dio la vida, pero hubo quienes se la quitaron". "En su oración se ve la angustia y la contradicción de pertenecer a una clase acomodada y su sacerdocio junto a los pobres. Si uno profundiza en ella, encuentra las claves de muchas incomprensiones que se dieron en aquellos tiempos y de las cuales él fue una víctima."
Fuente: Tiempo Argentino