El 26 de marzo de 1991 con la firma del Tratado de Asunción por parte de los presidentes de sus cuatro países fundadores, por el Gobierno de la República Argentina Carlos Saúl Menem; por la República Federativa del Brasil Fernando Collor; por la República del Paraguay Andrés Rodríguez, y por la República Oriental del Uruguay Luis Alberto Lacalle Herrera, crearon un área de libre comercio con el nombre de Mercado Común del Sur: el MERCOSUR.
El encuentro de Las Leñas (1992) y el Protocolo de Ouro Preto (1994) le dieron la estructura institucional y definieron sus objetivos. La incorporación posterior de Venezuela y de los estados asociados de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam le otorgó su carácter continental.
Sus orígenes históricos
El concepto de unidad latinoamericana fue la idea fuerza de San Martín y de Simón Bolívar. Éste intentó la integración por la vía de la federación de las nuevas repúblicas en el Congreso de Panamá de 1826, donde debió enfrentar las intrigas norteamericanas e inglesas cuyos observadores tenían instrucciones de oponerse a toda forma de alianza.
En América Latina, la derrota de los estados coloniales – España y Portugal- trajo la independencia, pero también su fragmentación política e inestabilidad económica, proceso fuertemente influenciado por Gran Bretaña, decididamente interesada en la atomización.
Así es que los nuevos estados nacen con debilidad política y también económica, al desprenderse de una unidad como la hispano-lusitana que organizó los virreinatos y estados como complementarios en los político, cultural y económico.
La independencia política se logró, pero al precio de la dependencia como colonias del desarrollo imperialista europeo. Así se planeó su pobreza, debilidad y vulnerabilidad para permitir el expolio de las potencias del viejo mundo.
La integración regional
No fueron pocos los visionarios que concibieron la idea de la unidad continental latinoamericana, aún en tiempos en que no se hablaba de imperialismo, ni de guerra fría ni de globalización.
La primitiva lucha por la integración de la Patria Grande y la unión americana a partir de Sudamérica, fue ideada más modernamente con el acuerdo del ABC (Argentina, Brasil, Chile), con las ideas de Juan Domingo Perón, del presidente chileno Carlos Ibáñez y su ministro Felipe Herrera, y el dubitativo Getúlio Vargas acosado por el Departamento de Estado norteamericano.
Pero antes, fueron José Artigas, con su autonomía y federalismo, José Martí, Benito Juárez, Augusto Sandino, Solano López, Antonio José de Sucre y el peruano Víctor Haya de la Torre, que comprendieron que la América Latina no es un archipiélago de naciones, sino una Nación deshecha que hay que rearmar.
Nacionalismo continental
Ya no se trata de comprender el nacionalismo como la exaltación de lo local, sino comprenderlo como una idea superior, colectiva: no el “yo” sino el “nosotros”.
¿Cómo si no convivir y también competir con estados continentales como Estados Unidos, Rusia o China? ¿O con organizaciones políticas y económicas supranacionales tipo Mercado Común Europeo?
Con el MERCOSUR el integracionismo latinoamericano ya existe, aunque debe perfeccionarse. Es el Estado Continental, es el “nosotros”. Es nuestra realidad suramericana, Latinoamérica, iberoamericana, con su triple origen: el español-portugués, más el de las etnias indígenas y el agregado afroamericano.
En su artículo “Confederaciones continentales”, Perón expresa: “Ni Argentina, ni Brasil, ni Chile aisladas pueden soñar con la unidad económica indispensable para emprender un destino de grandeza. Unidas, sin embargo, forman la más formidable unidad a caballo sobre los dos océanos de la civilización moderna. Así podrán intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base polifacética con inicial impulso indetenible. Desde esa base podrá construirse hacia el norte la Confederación Sudamericana, unificando en esa unión a todos los pueblos de raíz latina.
El signo de la Cruz del Sur puede ser la insignia del triunfo de los penates de la América del hemisferio austral.”
No se equivocaba. Hoy las cuatro estrellas azules que representan la constelación del crucero del sur, la Cruz del Sur, son el símbolo y emblema del MERCOSUR.