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El Cordobazo: trabajadores y estudiantes en defensa de la libertad y las conquistas sociales

  • Publicación de la entrada:29 mayo, 2020
  • Tiempo de lectura:5 minutos de lectura
Se cumplen 51 años de la huelga general que cambió el rumbo del país. 

Los atropellos, la opresión y el desconocimiento de un sin números de derechos por parte del gobierno militar encabezado por Juan Carlos Onganía fueron el caldo de cultivo que concluyeron en las jornadas de protesta en la Ciudad de Córdoba entre el 29 y 30 de mayo de 1969. 


 Una suma de protestas iniciadas a principio de mayo culminaron con el Cordobazo. El primer hecho fue la movilización en Corrientes contra del aumento de los tickets del comedor universitario, jornada en la que fue asesinado el estudiante Juan José Cabral. Días después la dictadura militar cierra la universidad y la califica como “nido de comunistas”.


 Los estudiantes y la clase trabajadora fueron los protagonistas principales del Cordobazo. La dirección política estuvo expresada en tres importantes líderes obreros: Atilio López (UTA), Agustín Tosco (Luz y Fuerza) y Elpidio Torres (SMATA). El claro enemigo era el dictador Juan Carlos Onganía quién había derrocado al presidente constitucional Arturo Illia.


 El movimiento de trabajadores de Córdoba resolvió un paro general de las actividades de 36 horas para el 29 de mayo, con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhirieron en todo a las resoluciones de la CGT. Se suprimían el «sábado inglés» y las paritarias, que fueron los principales disparadores del conflicto general. En el inicio del paro los trabajadores de Luz y Fuerza fueron atacados con bombas de gases, mientras que los trabajadores metalmecánicos avanzaron desde el polo industrial. Una vez más la represión fue la única respuesta de la dictadura. La movilización obrera de las once de la mañana se transformó  en jornada de lucha al medio día y en rebelión popular a las 3 de la tarde.  

El acatamiento al paro fue casi total. Los vecinos se sumaron a las barricas tirando desde los balcones cajones de basura y papel para alimentar el fuego.  Unas 50 mil personas se apoderan de la ciudad de Córdoba.


 Corre la noticia de la muerte de Máximo Mena, obrero mecánico. Se produce un estallido popular, la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Por la noche se produce un apagón general planificado por Luz y Fuerza para mitigar la represión. Nadie controla la situación y se extiende hasta el 30 de mayo.
 Días después, apremiado por la revuelta popular, Onganía le pidió la renuncia a Carlos Caballero, Gobernador de Córdoba.El Cordobazo no derrocó a la dictadura pero la hirió de muerte. El delirio de Onganía sobre las virtudes de un régimen militar, que se extendería por dos décadas, inició  la cuenta regresiva a los tres años de haber llegado al poder.

 El saldo de la jornada fue trágico. Se cuentan al menos 14 muertos, cientos de heridos y un sinnúmero de detenidos. Pero, como diría el periodista y escritor, Rodolfo Walsh, “la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás”.

 Secretaría  de Comunicacion y PrensaSADOP – CDN