Existe la necesidad de adoptar políticas públicas que protejan la diversidad y la dignifiquen.
En el preámbulo de la Declaración Universal de derechos humanos de 1948 se habla de la “dignidad intrínseca de todos los miembros de la familia humana” y luego afirma en su artículo 1° que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Como sociedad muchas veces escuchamos decir que debemos poner el foco en la dignidad de la personas ¿pero qué es la dignidad?
La dignidad es la cualidad del que se hace valer como persona, cualidad de la cosa que merece respeto, y es la estima que todos los seres humanos merecemos.
La dignidad humana es un valor y un derecho innato de una persona, pero ¿qué sucede con la dignidad de las personas con discapacidad?
Lo que no se nombra no existe.
Lo que no se nombra no tiene dignidad.
Lo que no se nombra no tiene derecho.
Seguimos negando y no nombrando.
Tantas cosas se niegan y no se nombran en la vida de una persona con discapacidad.
El derecho a la sexualidad y reproducción, el derecho al trabajo, a la educación, el derecho a elegir.
Se vulneran los derechos a la vida autónoma, a la salud, a la vivienda, a la dignidad misma.
Omitir y olvidar al colectivo de personas con discapacidad es un claro ejemplo de derechos vulnerados pero son parte de marketting de la inclusión como se vio en la organización de la Cumbre Global de discapacidad.
El rol del estado debería ser facilitador y garante de oportunidades sustentables a lo largo de toda la vida pero aún no crea las condiciones para garantizar los derechos humanos de las personas con discapacidad y la dignidad humana queda olvidada, negada, invisibilizada.
La Convención señala que “la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones, con los demás”
Nacho Calderón Almendros, afirma: “Estar en el mismo lugar no es sinónimo de inclusión, para que la inclusión sea real debemos interactuar”, digo entonces, de qué manera el Estado está interactuando con las personas en situación de discapacidad.
Es el contexto es el que discapacita y las relaciones desiguales la que obstruye la inclusión.
La sociedad sigue creando barreras.
¿De qué dignidad hablamos cuando seguimos quitando derechos adquiridos para las personas en situación de vulnerabilidad?
Sin dudas, existe la necesidad de adoptar políticas públicas que protejan la diversidad y la dignifiquen.
Por Prof. Sandra Ferrero
Docente de apoyo a la inclusión
Vocal Titular Delegación Sadop Río Cuarto