Cuando analizamos desde la geopolítica el novísimo orden mundial, reflexionamos sobre la realidad y la perspectiva político-económica y muy someramente las implicancias para el mundo de la educación y del trabajo.
Este componente queda muy en claro al leer entre líneas las posiciones asumidas por los gobiernos, y no sólo los de las potencias centrales como Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea o la Federación Rusa, sino también el Grupo Africano, Paquistán e India, entre otros, en el mismísimo ámbito de la 105 Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT realizada en la primera quincena de junio y de la cual tuvimos la oportunidad de participar.
Una es la posición de los empleadores que en algunas comisiones como es la de Trabajo y Empleo para la Paz, especialmente los representantes de las pequeñas y medianas empresas, han puesto en claro un fuerte sentido de respeto y preocupación por las crecientes cantidades de refugiados y desplazados por los conflictos bélicos y los sociales emergentes de los mismos, y otra muy diferente la sectores empresariales de mayor peso internacionalmente, que se han evidenciado especialmente en la comisión de Cadenas Productivas.
El inmenso esfuerzo puesto por los delegados de los trabajadores, chocó ostensiblemente con las trabas y enmiendas de empleadores y gobiernos. Esta nueva oleada neoliberal que afecta a nuestra Suramérica no es más que el efecto de tsunami producido en el mismo centro del poder económico mundial.
Veíamos con gran preocupación las versiones que el año pasado circularon dentro de este contexto de la OIT con respecto al derecho de huelga, derecho por excelencia de los trabajadores para expresar su descontento y para impulsar las negociaciones en el ámbito del diálogo social.
Indirectamente al potenciar la tercerización y la precarización laboral de forma sutil, se sigue profundizando con esta postura por parte del mundo empresario y con mayor o menor sutileza, por parte de los gobiernos.
El argumento justamente es la recesión mundial (impulsada por la economía financiera que cada vez condiciona más a la productiva) y que a su vez impulsa la concentración de los capitales productivos en manos de los cada vez más grandes grupos económicos.
Una de las consecuencias también subyacentes a esta nueva visión que del mundo del trabajo tienen empresarios y gobiernos, está referida a que se pretende de la educación.
Hay una versión discursiva de ambos sectores que respalda la posición de los trabajadores respecto de la educación como instrumento indispensable para potenciar la inclusión social y para, mediante la formación profesional, generar mayor empleabilidad en la población. Pero, a pesar de que todos hablamos de calidad de la educación, este concepto tiene una interpretación muy diferente para los gobiernos que para los trabajadores. Nosotros siempre hemos pensado y defendemos la idea de que la educación es un derecho social y humano indiscutible que posibilita la promoción y proyección social, y donde la calidad educativa esta justamente en lograr este objetivo, que es fundamentalmente un deber ineludible de los gobiernos. Pero para gobiernos y empleadores la educación, y en particular una educación de calidad, implica solo contar con un flujo importante de mano de obra calificada y que tenga la capacidad de adaptarse a los continuos cambios tecnológicos. Esta es la gran fractura que se percibe y que, como lo expresamos anteriormente, se evidencia con distintos grados de sutileza.
Estos argumentos quedaron expuestos por muchos gobiernos, en especial aquellos que están directa o indirectamente afectados por conflictos bélicos y sociales, especialmente referidos a temas como empleabilidad de los adultos y educación para los niños. Y aquí hay que tener presentes algunos elementos quizás muy duros: un flujo significativo de desplazados y migrantes forzosos lo ha hecho porque contó con recursos económicos propios para ellos y sus familias. Además muchos de ellos y en particular de Medio Oriente son profesionales con formación universitaria. Y este es el mayor problema! Esta es la razón por la cual se impulsa muy fuertemente su repatriación y por otra parte el trato que reciben especialmente en el sudeste europeo.
Ahora, esta educación de calidad que promueven los voceros del poder, nunca podrá ser homogénea, ni aun buscando un piso común. ¿Por qué? Porque existen dos mundos con dos con dos realidades socio económicas diametralmente opuestas. Una la de las potencias centrales que toman el concepto de calidad como sinónimo de competitividad profesional. Y la otra, la del mega hemisferio sur donde calidad implica mayor mano de obra calificada pero con menor "costo" ya que cumpliendo la ley de oferta y demanda del mercado, al aumentar la oferta de esa mano de obra calificada con una demanda laboral que tiende a disminuir tanto por la recesión debida al enfriamiento de la economía mundial como por el incremento de la tecnología, da como consecuencia lógica la baja de los salarios. Por otra parte, y sobre esto no son necesarias demasiadas reflexiones, hay una marcada tendencia a aumentar la empleabilidad en los servicios más que en la producción. Lo que se constituye en otro elemento más de la precarización laboral.
Antes hablamos de un mega hemisferio sur, y quizás es la forma que va adquiriendo el nuevo mapa mundial debido a este novísimo orden mundial. Ya no hay coincidencia de la línea ecuatorial geográfica con la socio-económica-política. Esta última se desplazó notoriamente hacia el norte y tiene un marcado grado de variabilidad, que pasa por el Río Grande en América, los países periféricos del sur de Europa y continúa erráticamente por la frontera sur de la Federación Rusa y de China cruzando hacia la costa de Estados Unidos del Pacífico. Así vemos los dos mega espacios mundiales: un sur extremadamente rico en recursos naturales de todo tipo muchos de ellos conocidos pero no explotados y por los que cada vez hay mayor avidez por parte del poder trasnacional y un mini hemisferio norte necesitado de esos recursos y con cada vez menos escrúpulos para hacerse de ellos.
Y es aquí donde los trabajadores debemos dar batalla y en distintos escenarios. Siempre bajo la idea de la unidad de acción para dar más organicidad a nuestras acciones. Y es aquí donde la educación inclusiva y de calidad (según nuestra visión no mercantilista del concepto) tiene trascendental importancia porque de esta forma hablamos verdaderamente de educación y no solo de formación para el trabajo que es lo que pretenden los poderes económicos trasnacionales y el mismísimo Banco Mundial.
Como siempre decimos, estas reflexiones siguen teniendo final abierto, o mejor dicho, no hay un punto final, sino puntos suspensivos.
Lic. Rafael Julio Guirado
Secretario de Relaciones Internacionales
SADOP – CDN
Secretario de Organización y Finanzas
FALTEC