Por Mario Almirón
Secretario General
SADOP-CDN
En 1810 se cristalizó un proceso histórico que llevó a romper los lazos coloniales. Este legado es retomado en la actualidad por el Gobierno nacional para construir un país más justo, soberano e independiente.
La Revolución de Mayo de 1810 representó un antes y un después en la historia argentina. Fue al contrario de lo que la Historia oficial nos quiso dar a conocer un proceso político, histórico y social profundo que resultó en la ruptura de los lazos coloniales con España. A la vez, habilitó el camino hacia la independencia de nuestro país, lograda el 9 de julio de 1816.
Sin duda aparece como fruto de una crisis latinoamericana, puesto que América latina fue en un día no muy lejano nuestra Patria Grande. El ímpetu continental de los revolucionarios de mayo había nacido en límites más amplios que los que hoy nos definen como Estado. Nuestra irrupción a la vida histórica se expresa en grandes campañas que recorren la América toda. Aquella grandiosa nación que soñaron Bolívar y San Martin fue particionada en 20 estados. Los ejércitos de argentinos, colombianos y orientales, altoperuanos, venezolanos y chilenos que mezclados combatieron contra la reacción absolutista en América se disociaron en dos decenas de ejércitos opuestos. De ese hecho nació el mito anti/histórico de nacionalidades, que jamás existieron en el común origen y que son el símbolo de nuestra debilidad frente al imperialismo moderno. Parte central de la batalla cultural que hoy tenemos que dar tiene que ver con derrumbar ese mito.
Los hechos producidos generaron un movimiento liberador que venía buscando, desde 1806, mayor participación política y económica de los criollos, es decir ¨el pueblo¨.
El modelo agroexportador instalado en 1810, evidenciado en el manejo del puerto de Buenos Aires, el más importante mercado de producción interna, así como el único lugar de salida de los hoy llamados ¨comodities¨(cereales y oleaginosas) versus ¨el interior¨ que no podía competir con sus excedentes, con las mercaderías europeas, era lo que generaba una de las grandes razones , por las que ¨el pueblo¨, buscaba participación en lo político y económico. Esta búsqueda se veía reforzada cuando el sector de los ganaderos, fomentaba la introducción de mercaderías europeas en la medida que así colocaban sus productos ganaderos en Europa. Los excedentes regionales de nuestra patria, se colocaban en un mercado interno sin división social del trabajo, originando disputas entre regiones .
El interior se presentaba en su composición social interna, dominado por la contradicción entre la minoría privilegiada –dueños de las tierras, los medios de producción y la mano de obra- y la inmensa mayoría, ¨el pueblo¨. Ese ¨pueblo¨ que al decir de Rodolfo Kush, es lo que vertebra, es el factor fundante de nuestra América, lo real como interculturalidad, no sólo de manera publicitada, sino también en lo comunitario, en lo político, en lo educativo y en lo religioso. El orden social implantado por la conquista española, se mantenía intacto.
Días antes de la revolución, ante la noticia de la caída de la Junta de Sevilla, Cisneros realizó una proclama donde reafirmaba gobernar en nombre del rey Fernando VII. Esa noche, un grupo de personas se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación en la cual quedaba el virreinato después de los hechos ocurridos en España.
Estos hechos desencadenaron en el Cabildo Abierto que se realizó el 22 de mayo, y que tres días más tarde nombró a la Primera Junta de Gobierno. La que tuvo como presidente a Cornelio Saavedra, y como secretarios a Juan José Paso y Mariano Moreno.
Desde 2003, se han retomado los ideales de independencia económica, soberanía política y liberación nacional promovidos por la Revolución de Mayo. Para ello, el Estado asumió el rol de regulador de la economía; subordinando la economía a la política, para lograr el desendeudamiento y la renegociación de la deuda pública y la puesta en marcha de políticas de protección del ingreso popular , como el aumento del salario mínimo vital y móvil y el aumento jubilatorio. El poder adquisitivo de los trabajadores se protegió e incrementó con el fomento de la negociación colectiva. ( más de 1800 acuerdos paritarios por año que comprenden a más de 7.000.000 de trabajadores), se propició la activación de las economías regionales y el apoyo a las pymes, avanzó la sustitución de importaciones y se diversificaron las exportaciones. En esta última década, el promedio de creación de puestos de trabajo alcanza los 500 mil por año.
En otro plano, el de la Patria Grande, haber sido impulsores y formar parte activa del Mercado Común del Sur y de la Unión de Naciones del Sur, no es anecdótico, es también una decisión como país de retomar la fuerza del ¨pueblo¨ latinoamericano, para poder defender sus intereses ante los poderes imperiales que hoy encarna el neoliberalismo.
Entendemos que la Revolución de Mayo, y a partir de allí la idea de independencia, responde a intereses económicos, políticos y sociales, que reconoce antecedentes y causas, tanto internas como externas. La semana de Mayo no fue un acto espontáneo, fue el resultado de la lucha entre contradicciones, que como Nación hoy como entonces nos interpelan. Creemos en los procesos históricos, políticos y sociales en sus múltiples causas y consecuencias
Repensar Mayo, resignificarlo desde las necesidades actuales implica indagar en sus relaciones con el proceso más amplio latinoamericano, analizar los actores sociales en conflicto y los reales intereses en juego. Significa también poner la lupa sobre el proyecto revolucionario que se quiso poner en pie, en sus contradicciones y en la decidida lucha de muchos patriotas americanos por materializarlo. Doscientos años después, Mayo continúa siendo un espacio para reflexionar sobre qué Proyecto de país es el que nos contiene en justicia de oportunidades, en base a un modelo de redistribución de riqueza y una matriz productiva que genere trabajo que dignifique a su pueblo sus derechos, deberes y garantías. Significa para nosotros asumir el compromiso como militantes del campo popular, para continuar la tarea de nuestros Próceres, y reafirmar nuestra identidad cultural como Nación.