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La violencia no es solo física

  • Publicación de la entrada:7 enero, 2015
  • Tiempo de lectura:5 minutos de lectura

Debido a casos puntuales de violencia física salió a la luz pública la temática del bullying en las escuelas. Sin embargo según un estudio realizado por el Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP) el mayor problema en las aulas es el malestar psíquico compartido entre educadores y alumnos debido a las condiciones en que se trabaja y se enseña en la Argentina.

En general los medios de comunicación abordan la temática de agresión como un problema presente en los establecimientos educativos, donde las situaciones riesgosas y los hechos violentos ocurren con regularidad, pero según la perspectiva de los docentes, que son los que están a diario en las aulas, los porcentajes son muy bajos.

Solo el 1.4 % de los maestros y el 1.3% de los profesores manifestó haber sufrido una agresión física relacionada con su trabajo docente. Los datos, extraídos de Primera Encuesta Nacional sobre las Condiciones y Medioambiente (CyMAT) de los Docentes Privados realizada por la Secretaría Gremial de SADOP, revelan que la mayor violencia, en este caso verbal y psicológica, proviene de parte del empleador. Este fenómeno se da con mayor fuerza en las regiones de Noreste y el Noroeste argentino.

Cuando se habla de amenazas físicas, psíquicas y/o emocionales surge que el 19,4% de los docentes de primaria y el 14,8% de los de secundaria se ha sentido amenazado en su actividad como docente. Al consultar de parte de quién era ejercida esta violencia la respuesta resulta reveladora: su empleador, directivos de la escuela, alumnos y padres de sus alumnos.

El 54,4% de los maestros y el 41,5% de los profesores se sintieron amenazados por los directivos de su escuela. Mientras que el 46,1% de los profesores y el 28,8% de los maestros se sintieron amenazados por sus alumnos. Dichas diferencias entre los niveles primario y secundario posiblemente respondan a las características de los alumnos con los que trabajan (edades, problemáticas), a los vínculos que construyen con sus alumnos, como así también a la organización del trabajo propia de cada nivel educativo y a la relación que establecen con las autoridades escolares.

En la encuesta se evidencia que en ambos niveles educativos un gran porcentaje de docentes manifestaron haberse sentido amenazados por las autoridades de la escuela. Al respecto, el Secretario General de SADOP, Mario Almirón, reflexiona que “es importante sumar esta mirada sobre los vínculos laborales y democratizar la escuela con acciones concretas que mejoren las CyMAT de los todos los docentes”.

“Este dato, que no aparece en la mayor parte de los abordajes sobre esta temática tan compleja, nos habla de una situación específica de la relación de empleo de los trabajadores docentes de gestión privada, que se encuentran subordinados económica y jurídicamente al empresario”, afirma Almirón.

La violencia física resulta poco significativa a nivel de los datos, contrastando con la cantidad de docentes que se han visto amenazados psíquica o emocionalmente en su ámbito de trabajo. Esto nos habla de una violencia más sutil, que puede ser entendida como una violencia simbólica o emocional, que se traduce en un malestar que imprime una tensión en la escuela, e influye en el clima institucional en su conjunto. 

“Alguna vez  se habló sobre la desesperanza, de no enseñar para el futuro y no aprender para el futuro, pareciera que docentes y alumnos están muy ganados con un sentido de inmediatez. Es necesario reconstruir los lazos, la autoridad pedagógica, recuperar la palabra, poner en marcha las instituciones vigentes”, señala el Secretario General de SADOP.

La realidad cotidiana está atravesada por el fenómeno de la violencia en sus diversas formas, por eso la escuela debe analizarse en el contexto social, económico y político, del aquí y el ahora. En ese sentido se debe reforzar la idea de recobrar el sentido de la palabra y  plantear dilemas que hagan que el sujeto deba posicionarse y dirimir con el otro a través del lenguaje. El desafío es construir una solución que contenga las CyMAT de los docentes y las condiciones de aprendizaje de los alumnos.

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