Por Jorge Aramayo
Secretario de Derechos Humanos
SADOP-CDN
El martes sentí una emoción rara recorrer mi cuerpo. Al conocer las primeras noticias que hablaban de la recuperación del nieto de Estela de Carlotto esa sensación rápidamente se convirtió en alegría, porque se confirmó una realidad innegable: “Se encontró a Guido”.
Una sana alegría que inundó mi corazón. Esa sensación que uno suele tener por las cosas buenas que pasan o cosechan nuestros familiares, amigos y por qué no por nosotros mismos. Claro que este regocijo iba más allá, ya que percibía que esta alegría se fue multiplicando y derramando hacia todas las personas a medida que la noticia corría. Este fue un hecho que claramente significó la ALEGRÍA DE UN PUEBLO.
Y es así porque Estela se hizo querer, por ser una abuela que con su calidez, sencillez, serenidad y coraje se ganó el cariño de todos nosotros. Ella es un auténtico símbolo para la mayoría de los argentinos, que sirve de inspiración para muchos de nosotros y es digna de ser imitada.
Su lucha fue en paz, aun en las peores épocas. Una pelea valiente, con resultados a veces favorables y otros adversos, pero siempre con la serenidad y conciencia de los que saben.
Pese al “no te metas”, que paralizó a toda la sociedad en 1976, año que marcó el inicio de la peor dictadura que vivimos los argentinos, Estela, junto con otras madres, fue consciente de que su lucha debería ser tenaz para recuperar a sus seres queridos.
Ya no era solamente la búsqueda de los hijos; ahora se suma la de los nietos. Y a pesar de que muchos en nuestra sociedad descreían de los secuestros de bebés, fueron las abuelas las que con su accionar nos mostraron esta cruda realidad.
La mayoría de las veces los humanos necesitamos “ver para creer”; en esta línea trabajaron arduamente las ABUELAS. Con en el devenir del tiempo encontraron al primer nieto, después vino otro y otro. A pesar de que se necesitó encontrar a más de un centenar para que nuestra sociedad tomara conciencia del accionar perverso de la dictadura, hoy podemos afirmar que es una preocupación mayoritaria que estos niños ilegalmente apropiados lleguen a sus casas.
Aún falta hallar a más de cuatrocientos niños. Queda mucho camino por andar, pero ahí van las NONAS acompañadas hoy por gran parte de la sociedad. Ya no están solas, se encuentran asistidas por más de cien nietos que están dispuestos a seguir los caminos trazados por tantos años de trabajo.
A lo largo de todo este proceso, siempre estuvieron presentes las Abuelas de Plaza de Mayo. Algunas de ellas lograron encontrar a sus hijos y nietos. Otras, con el correr de los años, hallaron tumbas NN, pero varias todavía no saben el destino de los suyos. Pasaron más de 35 años, pero aún no pierden las esperanzas.
El martes 5 de agosto encontraron a GUIDO. Después de tantas luchas, trabajo y alegrías, le tocó a la ABUELA ESTELA, quien ahora sí podrá abrazar, gozar, sonreír, disfrutar y compartir los regodeos de poder estrechar al nieto que los militares se habían encargado de apropiar.
Foto Télam