Por Jorge Aramayo
Secretario de Derechos Humanos
“Ella se la buscó”; ¿cuántas veces ha sonado en nuestros oídos esta lapidaria frase? Hasta casi la oímos con desgano, y nada hemos hecho, o casi nada… Por haber nacido y ser criados en una sociedad muy patriarcal, que heredamos de la colonización, es que justificamos muchas veces la violencia contra el más débil, en este caso la mujer. Violencia que se consuma de forma física, psicológica, económica, sexual, patrimonial, con modos de discriminación, al fin, tal vez, menos que en el pasado, esta violencia sigue estando presente, lamentablemente.
Las mujeres siempre estuvieron presentes en nuestra historia, con papeles destacados y hasta heroicos, pero olvidadas. Hoy, el nuevo revisionismo las está rescatando paulatinamente. Y muchas veces son las mujeres las que reivindican a las mujeres, como en aquel Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Colombia en 1981, en memoria de las hermanas Mirabal (Patricia, Minerva y María Teresa), tres activistas políticas, perseguidas, encarceladas y brutalmente asesinadas el 25 de Noviembre de 1960 por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana. Estas mujeres tuvieron la valentía de luchar por la libertad política de su país, oponiéndose firmemente contra una de las tiranías más férreas que ha tenido lugar en Latinoamérica. Por ello es que este congreso estableció que el 25 de Noviembre fueran recordadas como símbolo de lucha y resistencia.
Este antecedente llevó a la Asamblea General de la ONU el 17.12.99, y por Resolución 54/134, a declarar el 25 de Noviembre como el DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, invitando a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que lleven a cabo en este día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la violencia contra las mujeres.
A pesar de los años que han pasado de esos hechos, en la actualidad el tema de la violencia de género es visto como un flagelo, pues de acuerdo a ONU Mujer, la problemática es una pandemia en la que 60 millones de niñas son obligadas a contraer matrimonio, 140 millones entre jovencitas y mujeres sufren mutilaciones genitales y 600 mil son traficadas cada año –la gran mayoría para explotación sexual–.
Las estadísticas arrojan que del 45% al 60% de los homicidios contra las mujeres que se propician dentro de los hogares, la mayoría son cometidos por sus propios cónyuges. Además, es la principal causa de muerte para las féminas de entre 15 y 44 años de edad, ubicándose por encima del cáncer y los accidentes de tránsito.
Por ello, la directora de este organismo, Michelle Bachelet, manifestó que aunque la igualdad entre mujeres y hombres está garantizada en las constituciones de 139 países, con frecuencia, se les niega el acceso expedito a la Justicia y a la protección contra los abusos. También indicó que esto no se origina por desconocimiento, sino por una falta de inversión, de voluntad política de respetar las necesidades de las mujeres, y de proteger sus derechos fundamentales.
Escalofriantes datos que, obviamente, no deben quedar simplemente como frías referencias. Evidente, problemática semejante no es incumbencia única del Estado sino de toda la sociedad en su conjunto. Sin duda, la Educación parece ser el mejor camino para provocar un cambio que nos aleje de la indiferencia de este y muchos otros flagelos que acontecen en nuestra sociedad. Educación para tratar por todos los medios de que este atropello histórico contra la mujer no quede,
simplemente, como describe de forma clara la cineasta Susana Nieri en su película “ELLA SE LO BUSCO”.