Por Mario Almirón
Secretario General SADOP
En nuestro Modelo Sindical de Unidad la cúspide de la pirámide es la Conducción de la CGT. Los trabajadores organizados gestaron el 27 de abril de 1930 esta institución que no fue creada por ley ni por resolución administrativa, sino por la voluntad autónoma de las organizaciones gremiales, vale decir “desde abajo”.
Concebimos y valoramos a la CGT como la Organización que expresa –por su historia y protagonismo- a los intereses, anhelos y sueños de la clase trabajadora argentina.
Tan decisiva ha sido en la vida de nuestro país, que la última dictadura militar -1976- la intervino y dispuso su disolución, como la de todas las entidades de tercer grado existentes, a la vez que vedaba a los gremios participar en actividades políticas o prestar apoyo directo o indirecto a quienes las realizaran.
La etapa histórica que vive nuestro País y la Región Suramericana suponen un gran desafío para los trabajadores. La tarea del sindicalismo, si quiere crecer como instrumento de liberación personal y social y como actor clave de transformación de la realidad es ampliar sus horizontes. No sólo debe abarcar la defensa y representación de los trabajadores en sus lugares de trabajo. También tiene que asumir la defensa de los más débiles, de los más pobres, de los trabajadores no registrados y la de los que aún no tienen empleo. La lucha por la Justicia Social para todos los trabajadores obliga a nuevas prácticas solidarias. Como nos enseñara el Compañero Mario Morant, nuestras estructuras sindicales se derivan de la revolución industrial y pueden ser insuficientes para dar cuenta de los nuevos tiempos. La cuestión es si las “viejas botellas” tradicionales pueden aceptar el “nuevo vino”.
En medio de este proceso, como es natural, surgen posicionamientos y candidatos para ocupar la conducción de la CGT. Legítimamente, desde uno u otro sector aspiran a obtener el apoyo de los Congresales para la próxima elección.
En este momento de tensión –y de acuerdo a ciertas interpretaciones de la realidad– pareciera “venirse abajo” el poder sindical. Nosotros, desde SADOP, creemos que “una fragua es un mundo que se desploma”. Y diremos con Eduardo Galeano que: “…somos lo que hacemos para cambiar lo que somos… la identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día”.
Creemos que las organizaciones sindicales debemos afrontar la continua tensión entre utopía y realidad. Si somos idealistas, ignoramos los límites e imposibilidades reales. Si somos realistas “superficiales”, ignoramos las posibilidades que esta etapa histórica nos ofrece (que no son pocas). El camino es complejo, y las contradicciones están presentes, pero debería ser recorrido en unidad.
Lo central para el SADOP es cuál será la direccionalidad político/sindical de la Conducción a elegirse. Obviamente no avalaremos un Programa de Acción que pretenda representar a los trabajadores y sus organizaciones sin defenderlos. Pero tampoco coincidimos con aquellas posiciones que –sin capacidad para ver los “grises”– plantean de modo apocalíptico que estamos ante una amenaza tal que solo queda ir al choque. El choque continuo –lo decía Juan Perón– “es el principio de la destrucción del poder”. Esta direccionalidad tiene que ser debatida por la CGT, para que su acción exprese al conjunto. Si ello no ocurre, caemos en el riesgo de la “disociación” que es lo contrario a la “asociación”. Si una fuerza tenemos los trabajadores, es la que da la UNIDAD. No tras una u otra persona, o en apoyo de tal o cual Compañero –todos respetables– sino Unidad de Proyecto, que trasciende esa dimensión individual, para enmarcarse en lo colectivo.
Para nosotros la misión de la conducción de la CGT es la de representar al conjunto de las Organizaciones Gremiales afiliadas. Para ejercer esta defensa, es imprescindible definir al enemigo (el que está en el anti/proyecto de los trabajadores), al adversario y a los Compañeros. Para nosotros el “enemigo social” es aquel que explota, somete y domina a los trabajadores desde el poder del dinero. Confundir el enemigo es un error importante, de aquellos que no debe cometer la conducción. La etapa actual exige integrar consensos y disensos, apoyos y críticas, protesta y propuesta, expresión del conflicto y negociación. La negociación no es una actividad más del sindicalismo. Es su función principal. Y de ella dependen, en buena medida, los logros para los trabajadores y para la Nación.
SADOP quiere una CGT unida y poderosa, que sea protagonista del Proyecto de País. Que ocupe el lugar de insoslayable interlocutor ante los empresarios y el Gobierno. Que sea capaz de articular los diversos intereses de las Organizaciones que la integramos, sin llevarlos a un mínimo denominador común que ahogue las particularidades de cada sector o actividad. Y que evite la fragmentación del Modelo Sindical Argentino. El sector financiero, y los empresarios que lucran a costas del esfuerzo de los trabajadores se verán beneficiados de esa fragmentación. Si el mejor sindicalismo para las visiones liberales es “el que no existe”; es obvio que el peor es aquel “unido y poderoso”, coherente en sus accionar y consecuente en su Compromiso con los más pobres.
La lucha contra el neo/liberalismo en los 90 nos encontró resistiendo en las calles. Hoy la realidad es otra. Subsisten muchos problemas que deben resolverse para que todos los trabajadores mejoren continuamente su situación. Por caso, el sector docente no goza aún de las Condiciones de Trabajo que necesita y merece. Pero no pueden negarse los pasos dados en los últimos años –desde la Presidencia de Néstor Kirchner– en protección de los más necesitados y los nuevos paradigmas que se generaron para el mundo del trabajo.
Los trabajadores somos parte del Pueblo que quiere una Patria Justa, Libre y Soberana integrada a la Patria Grande Latinoamericana y centrada en sus necesidades y valores. Desde esa perspectiva militamos desde el SADOP esta etapa histórica de nuestra Patria y del Movimiento Obrero.