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Geopolítica: Lucha por la hegemonía mundial

  • Publicación de la entrada:5 mayo, 2017
  • Tiempo de lectura:6 minutos de lectura

Geopolítica: Las relaciones internacionales y el mapa político mundial (click aquí para leer la primera nota)

Por Rafael Guirado
Secretario de Relaciones Internacionales
SADOP – CDN

Lucha por la hegemonía mundial: Los nuevos protagonistas

EL SUB-IMPERIALISMO

Es aquí donde ponemos énfasis en el nuevo concepto de “sub-imperialismo”, otro concepto surgido de este Novísimo Orden Mundial, tan cambiante e inestable. Este concepto nos presenta a nuevos actores, que se suman y ponen en un plano no tan evidente de “policía regional” a Israel, muy experto, sino el primero que debemos incluir en esta nueva categoría. En ese escenario los sub-imperios tradicionales (Turquía), nuevos (Sauditas) y en recomposición (Irán) disputan supremacía.

 

TURQUÍA

El concepto le cuadra perfectamente a Turquía, que intervino en la reciente guerra de Siria siguiendo todas las reglas del sub-imperialismo. El gobierno de Erdogan buscó tumbar a su viejo rival Assad, para gestar un liderazgo zonal en alianza con la Hermandad Musulmana. Cuando es derrocado su socio egipcio y viendo el peligro de la constitución de un estado kurdo, el presidente dio un giro espectacular al sumarse a rusos e iraníes (antiguos adversarios y enemigos) para sostener al gobierno sirio. Apunta a un rédito geopolítico mayor en esta nueva estrategia de hegemonía regional. Algo en lo que los gobernantes turcos cuentan con gran experiencia en este tipo de maniobras.

 

El perfil sub-imperial de Turquía incluye la opresión histórica de varias minorías nacionales, como es el caso del Kurdistán (Turquía, Siria, Irak e Irán) y del genocidio armenio, sobre el final de la Primera Guerra Mundial para construir un estado homogéneo. 

 

ARABIA SAUDITA

Las pretensiones sub-imperiales de la monarquía saudí también tienen mucho recorrido histórico, y se sostiene gracias a la significativa renta del petróleo que maneja. Esta monarquía absoluta que se rige por el Corán y la Shaira como ley fundamental de la casa de Al Saud.

 

La monarquía encabezó el sostén a los yihadistas para tumbar a Assad y su régimen criminal es el principal referente de los fundamentalistas. Este apadrinamiento le ha permitido consolidar una fuerza propia, protegiendo y financiando a una variedad de grupos terroristas que desestabilizan a Occidente, organizaciones que han estado perfeccionando el terrorismo talibán, fomentado por Estados Unidos, durante la invasión soviética a Afganistán. De ellos Al Qaeda es el ejemplo más conocido. Este es el doble papel que juegan continuamente los saudíes.

 

Para constituirse como una fuerza sub-imperial, los sauditas han actuado con gran autonomía militar primero en Bahréin y luego en Yemen. Aprovechan la importante colaboración de Inglaterra y Francia, pero han desarrollado el grueso de las operaciones bélicas por su propia cuenta.

 

IRÁN

Irán confirma el estatus cambiante del sub-imperialismo. Esto se ha evidenciado en el apoyo a Hezbollah (Partido de Dios), ya desde la guerra civil en el Líbano, y que ha continuado como brazo armado regional del régimen teocrático de Teherán. De todas formas, convengamos que el original “puertas para adentro de la teocracia iraní” luego de la caída del régimen del Sha Reza Pahlevi, ha ido mutando, especialmente luego de la larga guerra con Irak, para transformarse en uno de los principales actores geopolíticos de la región, teniendo en cuenta que el régimen teocrático que sustituyó a la monarquía no sólo dejó de ejercer ambas funciones. Ha chocado en forma muy aguda con Estados Unidos.

 

Su intervención reciente en Siria, conjuntamente con Hezbollah, ratifica esa confrontación. También ilustró cómo los Ayatollahs apuntalan al régimen de Assad, para reforzar su preeminencia en Irak y contrarrestar el acoso saudita en Yemen. Participan en esos conflictos con armas, asesores y cierto despliegue de fuerzas regulares.

 

Así Irán aumenta su potencial decisorio fuera de su territorio, y no solo con el control del Estrecho de Ormuz, enclave más que estratégico de la historia contemporánea, ya que es el paso inevitable del transporte marítimo del petróleo iraquí, iraní, kuwaití, de los Emiratos Árabes, quatarí, omaní y saudí, desde el Golfo Pérsico al Mar Arábigo y al Índico y el Pacífico.

 

Lo que no se transporta por vía terrestre (en un territorio en conflictos continuos desde hace más de 30 años), o por el Mar Rojo y desde el golfo de Aqaba (Jordania) a través de los estrechos de Tirán, hacia el Mar Rojo, y vía Suez al Mediterráneo, tiene que pasar por el Estrecho de Ormuz.