El desafío de comprender la calidad en términos de integralidad

  • Publicación de la entrada:9 febrero, 2015
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Por Daniel E. Di Bártolo
Secretario de Educación
SADOP

            Nuestra posición está en las antípodas de esa “lectura” basada en las corrientes enciclopedistas que nos legó el liberalismo decimonónico y en la vereda de enfrente de la pedagogía liberadora surgida en América Latina de la mano del célebre Paulo Freire.

            En SADOP hemos construido (junto con el P. Seibold) otra lectura de la calidad educativa y desde allí otra categoría pedagógica. La hemos definido desde la integralidad: CALIDAD INTEGRAL DE LA EDUCACIÓN. Entonces, pensamos que hay otros indicadores o parámetros que definen este concepto tan debatido y controvertido como lo es la calidad educativa.

            Estoy en desacuerdo con aquellos que sostienen que “la calidad educativa sigue degradándose”. Lo que se aprende, como se aprende y en qué condiciones laborales y ambientales se aprende, son cuestiones que siempre habrá que mejorar que no es lo mismo que sostener que todo lo hecho está mal y nada sirve.

            Desde la infraestructura escolar (situación edilicia) hasta las condiciones de trabajo de los docentes. Desde la pertinencia de los contenidos de la enseñanza hasta lo métodos liberadores u opresores. Desde la participación de los estudiantes hasta la relación con los padres. Desde el rol de los medios de comunicación hasta la formación de los docentes. Todos estas cuestiones y muchas más constituyen una “rúbrica en revisión y construcción constante” para definir y evaluar si la educación tiene o no calidad integral.

            Los ”tanques de ideas” de ciertos sectores pretenden instalar el debate en términos de fracaso educativo. Sostienen que las políticas de inclusión han producido un deterioro escolar que se traduce en los resultados de las pruebas estandarizadas.

            No es casual ni circunstancial. Son los mismos grupos que socavaron la educación pública en Argentina a través de su des-financiamiento, transferencia de servicios a las provincias junto con la escandalosa fragmentación y segmentación del salario docente. Estos grupos tienen claro dos cuestiones: que la calidad educativa se mide exclusivamente por ranking y que el Estado – al cual desprecian – no tiene capacidad para conducir la educación y por ello, hay que privatizar dando lugar a la mercantilización de la educación que nada tiene que ver con la educación pública de gestión privada que defendemos y promovemos desde SADOP.  

            Pensamos que resulta central para la definición de calidad en términos de integralidad, pensar otro modo de enfocar y evaluar la calidad de la educación. Quizás haya que “salir de PISA”[1] para ingresar en una dimensión de comunidades educativas que se re-significan desde su propia práctica histórica y allí se fortalecen.

            A propósito, los “adalidades del fracaso educativo”, deberían prestar atención al Bloque II del Componente Institucional del Programa Nacional de Formación Permanente titulado “Evaluación institucional participativa”.

            Surgido del Acuerdo Paritario suscripto el 29/10/2013 entre el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y los sindicatos docentes nacionales, el Programa “Nuestra Escuela” [2](así se denomina) es la primera experiencia de carácter universal, gratuita y en servicio para capacitar docentes en nuestro país.

            En particular, el bloque al que hacemos referencia es una invitación a que cada nivel en cada escuela, discuta en forma democrática – abierta y participativa – su realidad, mediante un diagnóstico construido por los docentes con aportes del resto de la comunidad educativa y la formulación de una propuesta o plan de mejora surgida del mismo análisis conjunto.

            La calidad integral de la educación analizada mediante un proceso de evaluación situado en la misma escuela a través de sus mismos responsables: los docentes. Una clara demostración que es posible promover la calidad y evaluarla; claro, que en otro marco y con otros parámetros.

            Siempre habrá algo por mejorar porque justamente la educación es un itinerario de vida con proyecto y así como las personas y los pueblos buscamos en forma constante nuevos objetivos, lo mismo sucede en la educación.

            Ahora bien. Es posible dudar del impacto masivo que ha tenido el plan Conectar Igualdad con la distribución de computadoras gratuitas  y, por lo tanto, su incidencia en la calidad de la educación?  Desde ya que faltan cuestiones que complementar esta medida pero resulta simbólico: los chicos y chicas de esta generación bicentenario están marcados porque en las aulas – con sus más y con sus menos – fueron protagonistas de la introducción de la tecnología informática con el amplio universo que se abre a partir de su uso didáctico.

            Lo mismo cabe para los cientos de miles de libros distribuidos a lo largo y a lo ancho del país en los colegios, las nuevas escuelas construidas. Sin embargo, permítaseme destacar dos cuestiones (si quieren indicadores o parámetros para evaluar la calidad integral): por un lado el desarrollo de los centros de estudiantes como espacios de discusión y reivindicación que acentúa la dimensión social del aprendizaje y, por otro, la política de re-patriación de científicos argentinos que residían en el exterior.

            Miles de historias de jóvenes investigadores que vuelven a su patria para continuar con su vocación y profesión incentivadas y protegidas por el estado. Este componente tiene un valor simbólico para nuestro concepto de la calidad integral de la educación. Nuestros niños y jóvenes tienen en quienes mirarse a la hora de pensar su futuro ya que educación común, universidad y ciencia deben entrelazarse en una armonía creadora y productiva.

            La calidad integral de la educación se construye con docentes bien remunerados, escuelas abiertas a la comunidad y relacionadas con el trabajo, comunidades democráticas que debaten su quehacer, contenidos de enseñanza significativos articulados en el proyecto nacional, métodos de aprendizaje liberadores y una firme convicción de la sociedad que la educación es el núcleo estratégico para construir un pueblo feliz.

 


[1] Pablo Gentili “Salir de PISA”, 11 de noviembre de 2014, Blog El País.

[2] Para más información, ver http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/