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Plan Cóndor: el genocidio de América Latina

  • Publicación de la entrada:20 marzo, 2020
  • Tiempo de lectura:25 minutos de lectura
Un acuerdo sistemático para instaurar dictaduras cívico militares neoliberales en América Latina.

Por Secretaría de Relaciones Internacionales
Secretaría de Derechos Humanos
SADOP

Llegó un nuevo 24 de marzo y no podemos ni debemos olvidar los acontecimientos que en 1973 enlutaron nuestra patria y otros tantos Estados Latinoamericanos.

Golpe de 1976: Eduardo E. Massera, Jorge R. Videla y Orlando R. Agosti. integrantes del autodenominado «Proceso de Reconstrucción Nacional» Foto: Archivo Télam/lra

Cuando en 1999 el Gobierno de los Estados Unidos desclasificó casi seis mil documentos del genocidio, producido por las dictaduras de la región, se demostró lo que todos sabíamos: que la garra del cóndor, de los gendarmes del mundo estaba detrás de la agresión a millares de trabajadores, estudiantes, profesionales y militantes por el sólo hecho de buscar un mundo mejor.

Estados Unidos proporcionó inspiración, asistencia técnica y financiamiento a la represión salvaje con que el imperialismo implantó por la fuerza una ideología común: la Doctrina de la Seguridad Nacional, de la defensa a ultranza de la civilización occidental y cristiana. El plan de exterminio se llamó “Cóndor” y consistió en la aniquilación de la oposición política y la protesta social.

Diario La Nación

El Gobierno norteamericano, encabezado por Richard Nixon, con su Secretario de Estado, Henry Kissinger, en plena guerra fría, lanzó en Taiwán en 1969 una cruzada internacional: la Liga Anticomunista Mundial (W.A.C.L. su sigla en inglés). Una verdadera internacional del terror para imponer el capitalismo como forma de enfrentamiento al comunismo y a esa política tercermundista que asomaba de la mano de los “no alineados”: Gamal Abdel Nasser (Egipto), Sri Pandit Jawaharlal Nehru (India), Sukarno (Indonesia), Josip Broz Tito (Yugoslavia) y Juan Domingo Perón (Argentina).

Los servicios secretos de Corea, Taiwán, Sudáfrica, la contrainteligencia francesa de Argelia, la Agencia Central de Inteligencia (CIA en su sigla en Inglés), harían el trabajo “de campo”, esto es, la localización y exterminio de los objetivos. Contarían con el apoyo y financiamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la ultraderecha europea, de la logia Propaganda 2, de la Iglesia de la Unificación del Reverendo Moon. Pronto se sumarían las Iglesias Evangélicas y el Vaticano durante el papado de Juan Pablo II.

Es que la inminente derrota en Vietnam, Laos y Camboya y la aparición en Cuba de un líder que se proponía exportar la revolución en el patio trasero del imperio, ameritaba medidas drásticas aunque fueran al precio de un baño de sangre; total, las víctimas serían de esa raza semi-aborigen, mestiza, como es la América Latina.

La Escuela de las Américas primero en el Canal de Panamá, y luego en Fort Benning (Georgia), entrenó a los monstruos enseñándoles técnicas de exterminio, de tortura y de violaciones, de desaparición de personas, apropiación de niños, de sofocación de economías y las mil formas que tiene el Terrorismo de Estado.

El 10 de junio de 1976 el Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Alte. César Gussetti, en el marco de la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Santiago de Chile, se entrevistó con el Secretario de la Seguridad Nacional de Gerald Ford, el todopoderoso Henry Kissinger, para pedirle su permiso y bendición para iniciar las acciones: “¿Cuánto tiempo necesitan?”.  “Y…un año…”. “Métanle para adelante pero terminen cuanto antes para volver al estado normal”. Argentina ya tenía la aprobación del imperio para el trabajo sucio del golpe que había comenzado tres meses antes. También era la garantía de impunidad.

Presidente norteamericano Richard Nixon y su Secretario de Estado Henry Kissinger.

Lo mismo pasó con poca diferencia de años en Paraguay, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay, Perú, Ecuador…

Nada nuevo, salvo la ferocidad y el terror llevado a límites inimaginables, porque el motivo siempre fue político y económico: terminar con gobiernos populares, imponer el liberalismo económico, desmantelar los Estados, arrasar con el estado de bienestar y someter a cada país a impagables endeudamientos con los organismos financieros imperiales.

Las largas garras del Cóndor se hacían presentes una vez más, porque ya en 1823 la Doctrina Monroe había definido a América Latina como “esfera de influencia de los Estados Unidos de Norteamérica”.

En 1846 México debió ceder al imperio más de la mitad de su territorio: Nuevo México, Texas y California.

1901: la guerra con España le concedió una Cuba independiente pero políticamente subordinada y el arriendo de por vida de Guantánamo. El vencido debió entregar Puerto Rico, Guam y Filipinas.
1903: Colombia pierde Panamá para que el imperio tenga el Canal. El país sería invadido cuatro veces más en el siglo.
1912: El turno fue de Nicaragua, ocupada por Marines en defensa de los intereses de la United Fruit Company. Continuaría hasta 1933.
1915: En Haití la invasión y protectorado llegó hasta 1934.
1916: República Dominicana estuvo durante ocho años bajo dominación de los Marines.
1924: Honduras: nueva invasión bananera.
1932: El Salvador tuvo la ocupación y fusilamiento de Farabundo Martí.
1934: En Nicaragua hubo apoyo a Somoza y asesinato de Sandino.
1945: Argentina: ¡Braden o Perón!
1954: En Guatemala la United Fruit Company y los Marines derrocan al Presidente Jacobo Arbenz.
1961: En Cuba ocurrió la invasión de la CIA y los “gusanos” en Playa Girón (Bahía de los Cochinos).
1981: En Panamá murió Omar Torrijos, líder de la revolución de ese país, en un “accidente” aéreo.
1982: Argentina recupera las Islas Malvinas, pero Gran Bretaña contó con el apoyo de los Estados Unidos y la OTAN.

Diario Clarín

El Plan Cóndor
La red de dictaduras en la América Latina ya lleva siglos. Generales y Juntas Militares eran las piezas cambiantes de un ajedrez que siempre con el mismo resultado, se jugaba desde el Imperio Norte.

El Operativo Cóndor o Proyecto Cóndor durante los llamados “años del lobo” u “os anos de chumbo” fue la aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional en nuestra América mediante un plan de inteligencia y exterminio en coordinación de acciones que incluyeron espionaje, vigilancia, detenciones, interrogatorios, violaciones, torturas, ejecuciones, traslados entre Estados y desaparición de subversivos, entendiendo por tales los contrarios a la ideología de la dominación.

En la organización, y puesta en práctica del Plan, se utilizaron grupos ya existentes amparados por el Terrorismo de Estado, como los Escuadrones de la Muerte de Brasil, las organizaciones pro-nazis de Paraguay y de la Colonia Dignidad, la OAS de Argelia, asesores de la Escuela de las Américas, croatas genocidas, oficiales del Sha de Irán, gusanos anticastristas y “nuestra” Triple A de López Rega, Osinde, Villar y Paladino.

El diseño criminal provino del asesoramiento personal de Henry Kissinger, del FBI, la CIA e Interpol, y contó el visto bueno del Pentágono, la Secretaría de Estado y la Secretaría de la Defensa de los Estados Unidos.

Esta centralización de la criminalidad política tiene una fecha de inicio formal: el 25 de noviembre de 1975, en Santiago de Chile, donde ante el General Manuel Contreras, Jefe de la DINA (Policía Secreta), recién llegado de Langley (Virginia, Estados Unidos), se firmó un acta con representantes de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay.

Esa acción fue la formalización del Plan de exterminio de la oposición política que ya había comenzado en décadas anteriores, según la definición del Director de la CIA, William Colby, en 1974: “Los Estados Unidos de América tienen el derecho de actuar ilegalmente en cualquier país del mundo, investigar, llevar a cabo operaciones e intromisiones en asuntos internos, como en Chile”.

Paraguay
La dictadura de Alfredo Stroessner fue una de las más largas y sangrientas: duró 35 años, con la aplicación de los moldes clásicos: abolición de partidos políticos, persecución de opositores, torturas, policía secreta, homicidios: terror político.

En 1993 un juez de 29 años allanó dependencias policiales en Asunción y encontró millares de libros, de documentos, de reportes militares de los países de la región que acreditaban la detención de más de 400.000 personas, dejando 50.000 desaparecidos y más de 60.000 muertos. Se llamaron “Los Archivos del Terror” y fueron la demostración documentada del plan criminal.

Alfredo Stroessner , dictador paraguayo

Brasil
El Presidente constitucional y popular, Joao Goulart, fue depuesto en 1964 y comenzó un período de dictaduras militares y persecución de opositores con políticas de exterminio.

Los Presidentes Kennedy y Johnson ya tenían aprobada la invasión de Marines a Brasil si el golpe fracasaba. Se sucedieron luego las dictaduras de Humberto Castelo Branco, Arthur da Costa e Silva, Emilio Garrastazú Médici, Ernesto Geisel y Joâo Baptista Figueiredo.

Joao Goulart murió refugiado en Corrientes, presuntamente asesinado.

Presidente constitucional de Brasil, Joao Goulart

Bolivia
Hugo Banzer Suárez depone en 1961 al gobierno popular iniciando el período de muerte, persecución, tortura, que incluyó el exterminio de campesinos y la esterilización por la CIA de poblaciones aborígenes. Los militares argentinos asesoraron y financiaron la dictadura.

El depuesto presidente Juan José Torres fue asesinado refugiado en San Andrés de Giles en 1976. Uruguay en 1971 Pacheco Areco inició la represión contra el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Al año siguiente José María Bordaberri instaló la dictadura cediendo a presiones militares; disolvió las Cámaras, suspendió garantías, clasificó a la población en A, B y C, según su peligrosidad política, e invitó a expertos de los servicios secretos americanos.

La CIA envió a uno de sus maestros de la tortura: Dan Mitrione que enseñaba sus infalibles métodos utilizando en las prácticas a mendigos, presos y prostitutas que luego se desechaban.

Ajusticiado por los Tupamaros, pese al ruego de la Organizacion de las Naciones Unidas (ONU) y el Papa que pedían por la vida de quien era presentado como un asesor ganadero, fue velado en los Estados Unidos con la presencia de Nixon, Frank Sinatra, Jerry Lewis y otras personalidades. En el FBI una placa recuerda su sacrificio. “Dedicó su vida al progreso del mundo libre”.

Hugo Banzer Suarez , dictador boliviano

Chile
La agresión del imperio contra el Presidente Salvador Allende comenzó una vez electo con el 36% de votos. Pero no pudo impedir que fuera elegido por el Congreso, por lo que Richard Nixon ordenó a su Secretario de Estado, Henry Kissinger, la intervención, armada si fuera necesaria.

Se destinaron millones de dólares para sobornar a militares y sindicalistas. Se organizaron huelgas y lockouts, se exprimió su economía floreciente por la nacionalización del cobre y la incipiente reforma agraria.

Los atentados dejaron a Chile sin energía eléctrica, sin combustibles; cundió el desabastecimiento de alimentos y medicamentos. Comenzó una corrida inflacionaria generada por bancos y financistas locales e internacionales. Se le negó el crédito. El General René Schneider, Jefe del Ejército leal, fue asesinado. En tanto, el diario “El Mercurio” alentaba el golpe de Estado.

La Marina se declaró en rebeldía. La Fuerza Aérea bombardeó el Palacio de la Moneda. Salvador Allende se suicidó el 11 de noviembre de 1973: “Pagaré con mi vida la lealtad del Pueblo”, sostuvo en su último discurso. 

Por 16 años gobernaron juntas militares con el General Augusto Pinochet a la cabeza; y la receta de siempre, campo de concentración en el Estadio Nacional, torturas, desapariciones y muertes en enfrentamientos fraguados.
El ex vicepresidente Bernardo Leighton fue baleado en Roma. La CIA asesinó al ex canciller Orlando Letelier en Washington con apoyo de gusanos de Miami.

El Comandante en Jefe del Ejército de Chile, Carlos Prats González, fue asesinado en Buenos Aires. Juan Domingo Perón le había escrito: “Este revés del proceso democrático chileno servirá a los Estados Unidos para desencadenar una vasta ofensiva en América Latina”. No se equivocaba.

Presidente constitucional chileno, Salvador Allende

Argentina
Ya conocemos lo que se inició ese 24 de marzo de 1976. La Junta Militar definió tres objetivos para atacar y destruir:

1º: trabajadores, sindicatos y fábricas.

2º: universidades, docentes y estudiantes.

3: curas y monjas del tercer mundo.

No debemos olvidar los nombres de los genocidas integrantes de las cúpulas militares; ni de los torturadores Aníbal Gordon, Raúl Guglielminetti, Eduardo Ruffo, Leandro Sánchez Reisse, Osvaldo Riveiro, ni de los asesinos como José López Rega, Alberto Villar, Luis Margaride, Jorge Manuel Osinde, Ramón Camps, Agustín Feced y Alfredo Astiz.

Ni a los que callaron e instigaron: Pio Laghi, Pedro Eugenio Aramburu, Victorio Manuel Bonamín, Christian Von Wernich y los capellanes militares.
Y siempre recordar a nuestros compañeros muertos, torturados, desaparecidos y encarcelados porque soñaron y lucharon por una Argentina mejor.

Y a las Madres, Abuelas e Hijos que con su lucha incansable visibilizaron ante el mundo el genocidio e impidieron la impunidad.

La lucha de las Madres de Plaza de Mayo

El Plan Cóndor II
Pero las aves de rapiña siempre regresan, aunque ya no en el marco de la Guerra Fría o en apoyo de la civilización occidental y cristiana. El enemigo ahora es el Populismo: los gobiernos con apoyo popular que defienden los intereses nacionales.

El huevo de la serpiente ha dado a luz un nuevo Plan Cóndor, quizás de baja intensidad si nos atenemos a la efusión de sangre.

Sobre el genocidio anterior y su política de terror aparece la nueva forma de imponer el liberalismo. Es la restauración NEOLIBERAL en Latinoamérica.

Primero fue el golpe del Congreso y el Supremo Tribunal de Honduras contra Manuel Zelaya en 2009.

Siguieron los ataques contra la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la ALAC y el desmembramiento del MERCOSUR para sustituirlos por organismos defensores del libre comercio.

La OEA se transformó en títere del Departamento de Estado del imperio.
En Paraguay, un juicio político por mal desempeño, depuso al Presidentes Fernando Lugo en 2012.

Dilma Rousseff fue destituida en Brasil acusada del crimen de manipulación de cuentas pública en 2016.

El ex Presidente Luiz Inácio Lula Da Silva fue condenado a nueve años por el Tribunal Supremo acusado de corrupción, ocultación y blanqueo.
Los Estados Unidos piden al mundo apoyo al impresentable Juan Guaidó, como Presidente encargado de Venezuela.

En Ecuador, Lenin Moreno traicionó el mandato popular de su antecesor Rafael Correa.

Bolivia vio caer a Evo Morales mediante un golpe cívico-militar que fuerza la presidencia de la increíble Jeanine Añez.

76 bases norteamericanas florecieron en América Latina. Organismos internacionales de crédito condenan a generaciones de latinoamericanos al pago de préstamos usurarios que en nada benefician a sus países.

El LAWFARE y la “prensa libre” es utilizada para perseguir, juzgar y encarcelar a políticos y gobernantes, mientras jueces y fiscales se prestan al nuevo orden jurídico-político.

La ex Presidenta y actual vicepresidenta Argentina, Cristina Fernández, el ex presidente de Eduador, Rafael Correa, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, alertaron sobre la inminencia de este nuevo Plan de desestabilización de gobiernos populares para imponer un neoliberalismo a ultranza con su proyecto de dependencia, saqueo y represión en nombre de los mercados.

No sólo fueron ellos quienes lo advirtieron: hace dos siglos, el Libertador Bolívar lo dijo: “Los Estados Unidos plagaron nuestra América de miseria en nombre de la libertad”.

Atentos y vigilantes a las enseñanzas de la historia comprendamos de una vez y para siempre que el único camino posible frente al imperialismo y la dependencia es la unidad de los sectores populares, en nuestra patria y en la Latinoamérica unida como quería José de San Martín, Simón Bolívar, José Gervasio Artigas, José Martí, Getúlio Vargas y Juan Domingo Perón.